Vitor Costa, Premio Alas en tus Pies 2022 en la categoría “Superación Personal”
Con sólo 8 años Vitor ingresó en el Sistema de Protección de Menores de Galicia donde estuvo hasta cumplir la mayoría de edad
Vitor Costa tiene algo más de cuarenta años, es padre de dos hijos, marido y miembro activo de la sociedad. Desde los 8 años de edad y hasta los 18, estuvo en el Sistema de Protección de Menores de Galicia. Primero en A Coruña y luego en Ourense. Afirma que nunca recibió atención psicológica a pesar de proceder de una familia tóxica y desestructurada que lo empujó a vivir una vida que ningún niño ni niña merece. Siempre le gustó leer. Así era como se evadía y al mismo tiempo sentía que podía aliviar su enorme carga emocional.
El estudio era prioritario para los responsables del centro pero nadie se preguntaba el por qué de sus no tan buenos resultados académicos. Y había muchos por qué: falta de cariño, soledad, tristeza y ausencia de empatía por parte de los cuidadores. “Fue difícil”, asegura.
Cuando llegó a Ourense, unos años después, se encontró con “otro tipo de personas que me enseñaron a comprender por qué estaba en esa situación y cómo podía ser mejor para cuando, a los 18 años, tuviera que marchar”, recuerda.
Cruzó finalmente las puertas hacia la libertad con la mayoría de edad. Sintió alivio pero también miedo. Fue una etapa turbulenta, de conflictos No podía hacer las mismas cosas que hacían los chicos y chicas de su edad. No tenía apoyo familiar ni ayuda económica. Reconoce haber estado “medio perdido” durante un tiempo hasta que se reencontró con sus mentores Gelín y su esposa Carmen de Faibén.
“Estuve condenado diez años”
“Me ayudaron a reforzar valores y a potenciar mis aptitudes. Siempre estaban ahí para alentarme y aconsejarme. Luego se sumó la persona que es hoy mi esposa, más tardes mis hijos... Los afectos hicieron que se produzca un cambio de mentalidad en mi
Recuerda que tenía dos trabajos para comenzar de cero y desde hace años cuanta con un empleo estable con un puesto de responsabilidad. “Toda mi historia me conformó. Pero estoy feliz porque en mi camino, tras salir del Sistema de Protección, se cruzaron personas que me orientaron”, explica. Pero también sentencia: “Los menores del Sistema están condenados por algo que no hicieron. Los errores de los mayores los pagan ellos. Yo estuve condenado 10 largos años”.