Entrevistas sobre acogimiento familiar
Entrevistas: Rosario Filgueira fue la promotora y fundadora de la Asociación de Familias Acogedoras de Galicia; José Luis Álvarez, su presidente en el momento en que se hicieron estas entrevistas.
La percepción de las familias acogedoras es que el "menor" no está en el centro sino en centros. Esta reflexión se desprende de las dos entrevistas.
Rosario Filgueira fue la promotora y fundadora de la Asociación de Familias Acogedoras de Galicia, un colectivo que marcó un antes y un después en el acogimiento familiar gallego “con la asociación comenzamos a reivindicar nuestra posición en todas las mesas de trabajo y de diálogo sobre la Infancia”. “Todavía falta, en el ámbito del acogimiento familiar, que estén representadas las familias biológicas, y sería fundamental que estuvieran porque las familias extensas representan el 90% de las familias acogedoras de Galicia”.
Nada más surgir, esta Asociación reivindicó algunos puntos para ellos primordiales. El primero, que ningún niño de 0 a 3 años esté en un centro de menores. A pesar de las recomendaciones del Senado y de expertos, “la percepción de las familias acogedoras es que el menor no está en el centro sino en centros mientras la Aministración continúa abriendo plazas para estos pequeños”.
Otra reivindicación es que se dote de significado concreto el concepto interés superior del menor “después de tantos años no comprendo aún qué significa, es un concepto completamente hueco”.
P- Las familias acogedoras se quejan de los equipos de menores y del programa de acogimiento en familia ajena; la Administración dice que no hay familias para acoger…
R- No se puede dar a un niño en acogimiento poco más o menos como a quien va a por tabaco. No tenemos apoyo, ni seguimiento, ni formación. Vamos llenos de buena voluntad para ayudar a un menor, y terminamos con un niño con muchísimos problemas y en medio de unas circunstancias difíciles. A nivel económico, la ayuda de la Consellería es ridícula. Y si protestamos o cuando Menores quiere, decide un corte limpio en la medida y punto. No es manera de hacer las cosas.
P- ¿A qué le suena la frase, “ustedes son voluntarios y si no les gusta, se van”?
R- Eso me suena, por ejemplo, a una reunión a la que asistí en la Xunta de Galicia y en la que un técnico me contestó que como somos voluntarios no tenemos ningún derecho.
P- Las familias acogedoras, con experiencia, coinciden en que se les pide todo a cambio de nada. ¿A qué no están dispuestas las familias acogedoras?
R- A las faltas de respeto de la Administración. Es ella quien crea la mayoría de los problemas cuando las cosa pueden ser mucho más simples.
P- Le voy a leer textualmente algo publicado en un medio de comunicación: “a finales de 2012 había en Galicia más de medio centenar de familias que aún queriendo acoger no tenían a un menor en casa. Los motivos: uno, la ubicación, es decir, que se precisaba que estuviese cerca de determinada localidad; las habilidades, ya que le menor tenía alguna discapacidad o problema de comportamiento; o bien se trata de un grupo de hermanos para los que no hay ninguna familia disponible…”
R- Eso no es cierto. Ninguna de estas cuestiones es cierta. Hay familias para grupos de hermanos, hay familias para niños con pequeñas discapacidades. Hay familias para todos los tipos de niños. Pero también hay plazas en los centros concertados y por eso hay familias esperando
niños porque están dentro.
P- Los menores acogidos tienen entre 0 y 18 años. ¿Está el programa preparado para atender todas sus necesidades?
R- El programa de acogimiento está obsoleto y no está preparado para ninguna de las fases. Por ejemplo, para entregar a un bebé de renuncia son capaces de complicarlo todo de tal forma que tienen que estar dos técnicos de la Xunta, dos de Cruz Roja, una asistenta social, dos acogedores,
dos médicos. No estamos preparados. Porque las familias acogedoras no tenemos formación, no es suficiente con aprender a hacer un libro de vida de los 0 a los 18 todos juntos en una sala. Necesitamos apoyo especializado de profesionales y ésto no se gestiona así.
P- ¿Qué responde la Consellería?
R- Nos tienen dando vueltas. Por ejemplo, se publicó un protocolo de acogimento familiar y una vez publicado nos sentamos otra vez a trabajar sobre él. Siempre se está rizando el rizo. Mientras nos imaginamos todas las posibles las hipótesis acaba una legislatura tras otra y no se ha hecho nada práctico. Bueno sí, abrir más plazas de centros.
P- Usted personalmente ha pedido al Valedor do Pobo un informe sobre la gestión del programa de acogimiento en familia ajena que lleva Cruz Roja. ¿Por qué?
R- Porque las cifras que dan no me encajan, pienso que la Xunta “se lava las manos como Pilatos” con el problema de menores y el programa de acogimiento en familia ajena; creo que a Cruz Roja no le interesa tener más familias porque tendría que justificar muchos más presupuestos. Por otro lado la Consellería tiene un programa para decir que no maltrata a la infancia, cuando la realidad es que la mayoría de los menores están en centros.
P- Uno de los puntos que se baraja cuando se habla de acogimiento familiar es la preservación de la identidad del niño, su sexualidad, su cultura, su religión, su idioma. El sistema actual en Galicia, ¿tiene en cuenta todas estas consideraciones ?
R- Puede pasar que una niña se llame Teodora y al final se llama Claudia, porque simplemente a las enfermeras no les gustó bastante el nombre. Creo que no se respetan muchas cosas.
P--El derecho del niño a ser informado y a participar en el proceso. ¿es realidad?
R: Es obligatorio, creo que los niños tienen todo el derecho a entender lo que les pasa, que las cosas no son fáciles. Tienen que saber que no están solos, que no son los únicos niños que pasan por esta situación, que sus padres
R: Es obligatorio, creo que los niños tienen todo el derecho a entender lo que les pasa, que las cosas no son fáciles. Tienen que saber que no están solos, que no son los únicos niños que pasan por esta situación, que sus padres biológicos no los abandonan, que es una prueba inmensa de amor y que al no poder cuidarlos permitan que lo haga otra familia…
P--¿Qué historias se repiten, tal vez más?
R: Las de abuelas desesperadas a las que les han dicho que se hagan cargo de sus nietos porque de lo contrario tendrían que irse a un centro. La realidad es que están desesperadas porque están solas ante un problema.
José Luis Alvarez es el actual presidente de la Asociación Gallega de Familias Acogedoras
P--¿ Qué opina sobre la propuesta de que haya familias acogedoras profesionales?
R: Yo opino que sí en casos de hermanos o en caso de niños con necesidades especiales… cuando se necesita que uno de los miembros de la familia acogedora tenga una disponibilidad absoluta. Y eso sólo se puede hacer de una forma digna a través de una remuneración también digna.
José Luis Alvarez es el actual presidente de la Asociación gallega de Familias Acogedoras. Nos habla de una de las “peleas” permanentes: el porcentaje de niños en centros aún es muy alto. “Nosotros defendemos que los niños puedan tener opciones diferentes; cuando oimos que un niño
entra en un centro, pensamos que algo estamos haciendo mal, porque no creo que un niño se lo merezca”.
El porqué hay más niños en centros que viviendo en familias es algo que debería responder la Administración que tiene los instrumentos y los recursos diferentes, afirma José Luis Alvarez. Por qué los niños no llegan a las familias puede tener razones diferentes: que no hay familias suficientes; que no todas las familias reúnan los perfiles adecuados para cada niño en concreto; que no siempre es factible.
Desde la Asociación, viendo estos motivos desde la perspectiva de familia acogedora, son difíciles de entender. “También es cierto que la Consellería tiene delegado el tema del acogimiento en familia ajena en Cruz Roja y son ellos los que de alguna manera definen e intercambian opiniones sobre el destino de algunos niños. A mí me resulta incomprensible que las cifras sean cada vez más elocuentes, más llamativas; y no es algo de hoy, del mes pasado, del año anterior… Es algo del programa, desde que yo lo conozco, que es desde el año 95-96, veo que el crecimiento prácticamente es nulo. Incluso diría que retrocede el acogimiento en familia ajena en favor de no sabemos qué otras cosas. Y eso es algo que nosotros queremos dejar permanentemente claro. Es una de las razones por las que existe la Asociación”.
P- En esa misma nota de prensa, se decía que a finales de 2012, había en Galicia más de medio centenar de familias que aún queriendo acoger no tenían un menor en casa…
R- Es cierto que no siempre todas las familias que son acogedoras tienen niños acogidos; pero ahí está la pescadilla que se muerde la cola. Nosotros nos preguntamos permanentemente, por qué hay familias sin niños y por qué hay niños que no llegan a las familias. Y casi siempre la respuesta, que ya viene siendo casi un tópico, es, que no todas las familias reúnen las condiciones o no son las adecuadas para un niño determinado. Desconozco esos razonamientos, y además, no solamente los desconozco, sino que no los comparto; es que no los puedo compartir. Porque es absurdo, que, sobre todo, cuando tienes disponibilidad, de una manera espontánea, voluntaria, sin ningún coste prácticamente para la administración, por qué no se avanza en esa dirección. Es chocante que te encuentres con familias que, efectivamente, llevamos meses, o llevamos un cierto tiempo, a las que no nos llega ningún niño”. Este es uno de los nudos que desde la Asociación se intenta romper.
P- Algunos dicen que los acogedores lo son porque hay dinero por medio
R- Cuando escucho estos comentarios los interpreto como un grave desconocimiento de lo que es el programa de acogimiento en familias ajenas. No creo que haya una sola familia, ni una sola familia acogedora, en la que medie un interés económico. Le puedo decir abiertamente lo
que nos paga la administración por tener un niño acogido en nuestra casa en función de la edad. Personalmente soy familia de acogida desde el año 96, la media que estoy percibiendo de un niño en casa, es de unos doscientos y pico euros al mes. No creo que nadie con eso resuelva ni su propia vida.
P- Con 200 y poco euros, ¿de qué se hacen un cargo?
R- De un niño. Nos hacemos cargo de un niño. Y de lo que el niño conlleva. Que es su alimentación, su asistencia, moverlo, llevarlo, traerlo… Conlleva exactamente lo mismo que supusieron mis hijos en esa misma edad. Exactamente lo mismo. Cuando una familia recibe un niño, nunca ve la parte económica, sino que siempre está viendo la cara del niño, y lo que el niño necesita. Y obviamente este tipo de niños que nos llegan de situaciones complicadas, de vivencias duras en muchos casos, con una falta de afecto importante, con carencias de todo tipo… desde luego en lo que uno menos piensa, es en la parte económica. El niño necesita eso, y muchísimo más. Yo lo considero como una aportación testimonial, si lo queremos decir de alguna manera. Una aportación testimonial. No más.
P- Otra de las necesidades que apuntó desde el principio la Asociación era que existiera un Protocolo que garantizara que todos los niños reciben la misma protección.
R- Es curiosa la disparidad de criterios en los técnicos de la administración a la hora de tratar diferentes expedientes – expedientes para ellos, niños para nosotros – en los temas de acogida. Se planteó también desde la asociación, la necesidad de tratar algo más homogéneo para que los
criterios tan diferentes, tan dispares y tan complejos de algunos técnicos, tuvieran alguna razón de ser. Y se peleó por ese protocolo.
Tratamos de poner en valor todo aquello en lo que creemos y que pensamos que es mejor para estos niños, que no tienen nada. El avance es lento, duro, pero, desde mi perspectiva, en este momento, creo que el hecho de que en esa mesa de trabajo estemos representados la mayoría de los que intervienen en el acogimiento de menores en sus diferentes variantes, para que nos veamos las caras, para que nos conozcamos, para que planteemos las necesidades de unos y de otros es bueno; además está poniendo de manifiesto, la gran dispersión de criterios técnicos dentro de la administración. Poco a poco estamos consiguiendo que todo el esfuerzo que estamos realizando paara sacar adelante este programa, al menos cuente con cierta homogeneidad.
Los niños llegan a las familias de acogida en régimen de temporalidad. Y esa temporalidad a veces, si son bebés de renuncia, es breve, un mes, dos meses, salvo raras excepciones. Pero otros tipos de acogimientos sí se mantienen a veces por años. Es donde la administración tiene que ser
consecuente y tiene que tratar de acortar los plazos de una manera más precisa. No es normal que a veces las decisiones se tomen dos, tres, cuatro años más tarde. Es muy difícil, porque el niño, que llega con meses a una casa, se va haciendo mayor. Va teniendo afectos, va teniendo hermanos. Pues como el hijo de cualquiera de nosotros. Va teniendo apegos, va teniendo una serie de sensibilidades que luego dificultarán el tránsito a su familia de origen o si es el caso a su familia adoptiva.
Es una de las peticiones con las que estamos permanente en desacuerdo con la administración. Necesitamos que los
cimientos de las familias sean lo más breves posibles. Y si hay un no retorno a sus familias por razones evidentes, que el paso a la adopción sea lo antes posible.
P- Siempre que se produce ese retorno, ¿se da con todas las garantías a medio y largo plazo?
R- Es difícil decir categóricamente sí o no. Yo tengo constancia de casos en los que ha funcionado muy bien, porque cuando una familia lleva con un niño años, se quiera o no, nuestro deseo siempre es el mismo, que si quiere volver junto a su familia biológica, es lo mejor que le puede pasar
¿Qué sucede? Que las familias biológicas, en general, y esa es la razón de que estén tutelados, son familias con serios problemas a las que difícilmente, en muchos casos, pueden retornar.
Por eso, para nosotros es importantísimo el acortar los plazos. Pero acortar los plazos también significa el acortar los plazos para la familia biológica. A veces están en situaciones complicadas (drogodependencia… en fin…) lo que ya más o menos todos podemos interpretar, y siempre
se está esperando a ver si eso es capaz de evolucionar de otra manera, y se espera, y se espera… y eso está bien y es necesario hacerlo.
Pero tiene una parte desde mi punto de vista que no siempre es la más entendible. Y es que, en esas esperas los niños crecen. Y se van haciendo mayores. Y cuando se han hecho mayores, no pueden volver a su familia biológica. Por eso la importancia de que tanto éstas como la institución que trabaja con ellas traten de ir acortando los plazos. Eso es fundamental.
También me llega algún caso de menores que retornan a su ambiente de siempre. Desde mi opinión personal creo que es un gran error. Porque si un niño sale de un entorno problemático, muy problemático generalmente, de ahí viene la tutela, ¿qué razones puede haber para que vuelva al mismo sitio? Yo no encuentro ninguna. Entonces, los niños que consiguen estabilizarse con una familia simplemente conviviendo con ella resulta que a veces se les obliga a volver al entorno donde estaban. La cuestión es: ¿para qué?
Yo sé que es un tema complejo, que es un tema difícil. Y es normal que como padre o como madre tú quieras tener a tu hijo a tu lado. Pero dudo mucho, que para el niño como tal, que es al que nosotros defendemos, lo mejor sea establecer vínculos con la familia de acogimiento y después romperlos para volver con su familia biológica cuando el problema de origen aún sigue ahí. Flaco favor le hemos hecho.
P- ¿El acogimiento familiar garantiza que no se corten lazos de sangre?
R- Naturalmente. Yo creo que el acogimento familiar, bien entendido, (que tengo que decirlo abiertamente, no siempre se entiende bien) se basa, sobre todo en la temporalidad. Todos sabemos que ese niño en algún momento tiene que volver a su entorno si el entorno lo permite. En ese tiempo que media, lo normal es que tenga visitas con su familia biológica. Que no se pierda el contacto. Los abuelos siguen siendo los abuelos. Y los padres, padres con los que a veces hay visitas temporales. No sólo no somos reacios, sino que las potenciamos. ¡Cómo nosotros, que conocemos la temporalidad de la estancia de un niño en nuestra casa vamos a evitar que tenga contactos con la suya propia. Eso es imposible!
La familia de acogida lo único que trata siempre es de ayudar, incluso se da a veces la circunstancia de que la familia biológica posteriormente establece vínculos con la familia de acogimiento. Con lo cual el círculo se cierra de una manera extraordinaria para ese niño. Es complicado
a veces, por diferencias de cultura, por diferencias de entendimiento, pero desde luego es lo deseable. Y desde la Asociación por lo menos, y desde mi experiencia personal, como digo, siempre hemos querido lo mejor para el niño. Que no siempre otros piensan en él.
P- ¿Qué nos dice de los derechos de las familias acogedoras?
R- Creo que el punto de partida ha de ser el niño: siempre. Nosotros lo que defendemos, y la administración lo que dice defender también, es la tutela del niño. No tutelan a la familia, tutelan al niño. La familia acogedora, viene de esa tutela, y el niño procede de esa tutela. ¿Quién tiene
el derecho? el niño. El niño es el que tiene el derecho. Y el niño tiene derecho a estar y vivir de la manera mejor posible para él. La familia de acogida simplemente tiene la obligación que contrae de manera voluntaria, y espontánea, con todo el cariño del mundo, a atender a ese niño
cuando llega. Por lo tanto, el derecho, desde mi punto de vista, lo tiene el niño. Nosotros lo que defendemos es el derecho del niño a estar en una familia, o el derecho del niño a estar bien tutelado. Eso es lo que defendemos, también el derecho del niño a ser oído, que no siempre cuenta. Se discute aquí y allá sobre él pero el niño no forma parte de esa discusión, cuando es el actor principal.
P- ¿Las familias acogedoras deberían estar en la mesa donde se toman decisiones sobre los menores?
R- Es algo evidente. Es una pelea que nosotros mantenemos, entre comillas, a brazo partido con los técnicos de la administración, pero sobre todo en la mesa de trabajo en la que estamos con la Consellería. Es evidente que quien mejor conoce es la familia de acogida. Aquí ahora no voy
a hacer ninguna diferencia entre familia de acogida ajena, y familia de acogida extensa. Nadie mejor que la familia donde el niño está viviendo lo conoce. Nadie mejor, que esta familia puede transmitir qué necesita, cómo es, cómo se comporta, cómo padece. Por lo tanto, cuando se toma
la decisión sobre un niño, quién mejor puede informar de ese niño es “su” familia.
Esta es una pelea que siempre mantenemos en la mesa de trabajo, porque no siempre se entiende. A veces se sobreentiende como que las familias pretendemos cuestionar decisiones: no, no, en absoluto. Nosotros lo que pretendemos es normalizar la situación. Normalizar un trámite,
normalizar la información. Me parece lo más sensato del mundo. Cuando yo le envío a mis hijos, ahora no, que ya son mayores, pero cuando enviaba a mis hijos a un tío o a un hermano les solía decir, “mira, si tose por la noche o si hace esto, que sepas que…”. ¡Quién mejor que la familia
donde está ubicado ese niño lo conoce! Los técnicos a veces los llegan a conocer, pero mucho más adelante. Pero no sus emociones, no sus carencias. Qué mejor transmisor para conocer cómo es el niño que lo que nos cuenta la familia con la que vive.
P- Háblenos un poquito de esas mesas de trabajo con la Administración
R- Se trata de protocolizar el proceso desde el momento en que un niño entra en el SPM, se trata de que haya unos criterios consensuados con todos los sectores que de alguna manera están trabajando con el SPM.
Los avances son pequeños, es un trabajo duro, es un trabajo áspero, es un trabajo arduo… y sobre todo, esperamos que de ese trabajo, hecho con la mejor voluntad de todos los que están en esa mesa, saquemos algo en positivo. ¿Qué me gustaría que saliera en positivo de esa mesa? Que las diferentes administraciones sean conscientes de un problema que cada vez va a más. Desgraciadamente cada vez va a más. Que sean sensibles a las demandas, y más que a las demandas, a las necesidades de los niños que no pueden hablar. Es fundamental que la administración sea permeable a esas demandas, es fundamental que la administración sea consciente de lo que tiene en sus niños tutelados, no con las familias de acogida, no con las familias biológicas o no con las familias… en sus niños tutelados, que a veces es difícil hacerles ver que los niños, mientras sigan siendo tutelados, de alguna manera, son su responsabilidad.
Deben ser conscientes de que esa tutela es mucho más que inscribir a un niño en un centro o inscribir a un niño en un listado; es muchísimo más. No siempre,
las administraciones, da igual cuáles, son conscientes o les
interesa ese problema.
P- Como presidente de la Asociación de familias acogedoras gallegas, ¿cómo animaría a otras familias a hacer acogimientos?
R- Cuando mi mujer y yo tomamos la decisión de hacerlo, obviamente es una decisión consensuada con nuestra familia, con nuestros tres hijos, la motivación fué darle la oportunidad a un niño. Darle esa oportunidad significa ayudarlo cuando lo necesita.
Es curioso en este sentido, que todos conocemos en esta comunidad la llegada de niños de otros países, en diferentes programas, con los que estamos de acuerdo, obviamente – todo aquello que se haga por un niño y por su bienestar siempre es en positivo – y cómo la mayor parte de la población conoce programas de acogimiento de niños foráneos, extranjeros. Y el poco conocimiento, poquísimo conocimiento de nuestro propio problema, de nuestra problemática con nuestros propios niños en nuestra propia comunidad.
La reflexión que hacía y que hicimos en su momento fue ¿somos como familia capaces de dar una oportunidad?” ¿somos como familia capaces de echar una mano a un niño? ¿nos gustaría que en un momento determinado lo hiceran con alguno de los nuestros?. Esa fue la pregunta y la respuesta.
Es difícil decirle a unas familias, y nunca será nuestra intención, qué es lo que hay que hacer. Yo creo que en el tema del acogimiento es un compromiso, es una actitud, y que cada uno en su medio, en su familia, con sus propias convicciones, decida. Como experiencia, creo que en general, todas las familias que han tenido la experiencia de convivir con algún niño se dan cuenta de lo que supone. Y esa experiencia es inolvidable.
P- Dejando a un lado la Asociación, como acogedor, ¿cuáles son sus momentos?
R- Bueno, uno procura siempre quedarse con los buenos. Tengo que decir que cuando nos iniciamos en el primer acogimiento, la experiencia fue terrible. Lo digo como lo siento, y creo que nadie mejor como mi mujer en este caso podía explicar sus sentimientos y lo que significa en una familia a veces, ese sentimiento de fracaso, y cuando peleas, peleas, peleas y ves que todo el enunciado te está diciendo, no lo vas a conseguir, y tú te impones esa pelea, tengo que hacerlo, creo que es bueno, y al final la realidad se impone.
Eso en un momento determinado hace que te cuestiones si vale la pena. Y en ese sentido realmente después de esa vivencia de tantos años atrás, tienes dos opciones: esto no es lo mío, yo creí que esto era algo más bonito, más hermoso, más ideal. Yo creo que todos idealizamos esa
enorme voluntad en un momento determinado de echar una mano, pero la realidad se impone, y vivimos un ciclo, con el niño que tuvimos en ese momento, para nosotros, no fácil, pero para él tremendo. Hizo un recorrido que a ninguno nos hubiese gustado, y yo creo que eso nos ayudó a decir adelante.
Los siguientes… bueno, fueron bebés de renuncia, con lo que significa un bebé, que no te habla, no te dice, pero tú sientes, ¿no? Y algunos de esos bebés, que tuvimos en su día, hoy nos vienen a visitar. Cumplen años en casa, les hacemos una fiesta, con sus padres adoptivos; lo celebramos,
pues como una familia. Como una familia que en un momento determinado se conoce, no sabes por qué, alguien te lo pone delante, los coges de la mano. Y hoy, pues nos visitan como si fueran sobrinos, como si fueran ahijados, y sus familias nos invitan a veces a estar en sus reuniones de cumpleaños, de fiestas, nos cuentan como van en el colegio,
etc. Una familia más.
Yo creo que esa es la experiencia que toda familia desea. No siempre se da, obviamente, porque no todos los padres que en un momento determinado reciben a un niño en adopción tienen el deseo de conocer a la familia donde vivió ese niño por un tiempo. Que respetamos, además
profundamente, porque ellos sí tienen el derecho. Ellos tienen el derecho de conocer a la familia. Alguno no ha querido hacerlo, y para nosotros es tan respetable como lo contrario. Pero la satisfacción de ver que en un momento determinado alguien echa una mano a alguien, y que el
resultado es el que te llega a casa pues es extraordinario.
Con eso nos quedamos. Y con eso creo que es motivo más que suficiente para estar ahí. Simplemente por eso.
P- Se habla de acogimiento familiar. ¿Cómo se hace para que toda una familia sea acogedora?
R- Bueno, es una decisión común, y una decisión hablada, sopesada, valorada… Yo creo que cuando uno conoce a sus hijos, conoce de sobra, sabe de antemano lo que van a contestar. Cuando tú le planteas a tus hijos, “qué os parece, si traemos a casa un niño que conviva con nosotros, niño que en este momento necesita que alguien le eche una mano”, tus hijos es raro que digan lo contrario. Más bien, participan, los quieren, les ayudan, se desviven. Pero no cuando los tienes, sino cuando los tienes y se van. Y si en algún momento vuelven, son sus hermanos pequeños. Son como sus hermanos pequeños. Yo creo que esa es una experiencia que vale la pena vivir.
Además, como familia, creo que todos tenemos fracasos y todos tenemos situaciones complicadas, y esto no es distinto a tener un sobrino en casa o al niño de un amigo; no difiere mucho. Lo único que sabes es que en un momento determinado ese niño se tiene que ir. Esta parte no es tan fácil, pero cuando ves el resultado en la mayoría de los casos dices “qué bien, qué suerte”. Y cuando ves lo bien que está con su familia adoptiva y cómo lo quieren, te dices a ti mismo, “la razón de ser de una familia de acogida es ésta”.
El acogimiento es un periodo de transición para un bebé o un niño que lo necesita en un momento determinado, y que si todo sale bien, vuelve a su entorno con su familia o a otra nueva. Creo que motivar a las familias a que lo hagan, vuelvo a insistir, es una decisión personal, pero obviamente,
no exenta de trabajo. Pero muy satisfactoria. A veces los amigos más próximos nos preguntan “para qué lo hacéis si los niños son tan pequeños que no se enteran”. Yo siempre les contesto igual “ellos no, no lo entienden ni se enteran, pero nosotros sí”.
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