Por qué dices que no puedes ser familia acogedora
Muchas familias, de cualquier tipo y condición, dicen que no pueden ser familia acogedora.
¿No puedes?... ¿En serio?... ¿Por qué?... "A mí me matan si se llevan a los niños".... "Yo lo haría, pero no tengo dinero".... "Mi casa es pequeña"... "No tengo tiempo".... "Mi pareja no quiere"... ¿Y si le hacen daño a mis hijos?... "¿Y tengo que tener contacto con la familia de los niños?"..
Las familias de acogida también tenemos corazón y se nos encoge el alma cuando los niños regresan con sus familias porque han convivido con nosotros durante meses, puede que hasta años. Y tenemos miedo, claro que sí, por si estarán bien, por si no los volvemos a ver....
También las familias de acogida tenemos que hacer muchos números para que lo hay alcance para todos. Además las familias de acogida no vivimos en mansiones (la mayoría por lo menos) y tenemos que reorganizar nuestras casas para que la nueva situación sea cómoda para los que han llegado primeros y de últimos.
Por supuesto que las familias de acogida tenemos como las demás: 24 horas al día, 365 días al año. Para trabajar, para autocuidarnos, para sacar al perro, ir a la compra, salir con los amigos, ver la tele, leer, desayunar, comer, cenar, ir al gimnasio, pensar en la lista de la compra, sacar la basura, hacer recados, aprender, formarnos.... ¡La vida misma!
Hacen falta familias de acogida. Porque hay decenas, cientos, miles de niños, niñas y adolescentes que tienen derecho a crecer en familia.
Por otro lado este derecho nos atañe a todos. Porque lo dice la Convención sobre los Derechos del Niño, que obliga: jurídica, política pero también socialmente. Y tú y yo formamos parte de la tribu, de esa comunidad que elige de qué lado estar.
Por qué dices entonces que no puedes ser familia acogedora. Tal vez si lo ves desde otra perspectiva, la de los derechos de la Infancia, sea más fácil tomar la decisión.
Aclarar que el camino es apasionante. Pero también tiene piedras y piedrecillas. Que hay que tomárselo muy en serio porque somos responsables del futuro de los niños y niñas que acogemos en nuestros hogares. Necesitamos mucha formación y los recursos son escasos. Por supuesto grandes dosis de paciencia, empatía, resiliencia, cintura, comprensión... Y ternura, ese modo de ver a la infancia como merecedora de un amor infinito y un cariño puro y gratuito. Porque los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a crecer en una familia.
Una familia de acogida