El niño desprotegido es un ciudadano al que hay que defender con valentía

Niño desprotegido y sistema de protección

El niño que está dentro del sistema de pro­tección no tiene cubiertas sus necesidades porque sus padres, sus primeros responsables, han vulnerado sus de­rechos (capítulo 4).

UNICEF habla de niños especialmente indefensos: ante los abusos, la falta de supervisión de sus progenitores, el riesgo a sufrir deficiencias físicas y mentales, a la hora de tener problemas educativos, con más facilidad para contraer el VIH/SIDA, ante quedar desplazados y no adquirir las aptitudes adecuadas para el día de mañana criar a sus propios hijos....

La Convención sobre los Derechos del Niños aporta la base para construir el sistema de protección del niño desprotegido:

  • hay que velar porque el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de éstos, excepto cuando la se­paración sea necesaria en el interés superior del niño
  • hay que respetar el derecho del niño que esté separa­do de uno o de ambos padres a mantener relaciones perso­nales y contacto directo con ambos de modo regular, salvo si ello es contrario al interés superior del niño
  • hay que garantizar el reconocimiento del principio de que ambos padres tienen obligaciones comunes en lo que respecta a la crianza y el desarrollo del niño
  • los niños temporal o permanentemente privados de su medio familiar tienen derecho a la protección y asisten­cia especiales del Estado
  • si los padres no pueden cuidar a sus hijos el Estado los colocará en hogares de guarda, en adopción y si es necesa­rio, en instituciones adecuadas de protección de menores
  • en cualquier solución es conveniente que haya con­tinuidad en la educación del niño atendiendo a su origen étnico, religioso, cultural y lingüístico
  • en el caso de adopción la consideración primordial es el interés superior del menor
  • se adoptarán todas las medidas apropiadas para pro­mover la recuperación física y psicológica y la reintegra­ción social de todo niño víctima de todo tipo de maltrato. Esa recuperación y reintegración se llevarán a cabo en un ambiente que fomente la salud, el respeto de sí mismo y la dignidad del niño
  • hay que garantizar el desarrollo de cualquier niño que haya infringido la ley

Medidas de protección para el niño desprotegido

Es verdad que en algunos casos, no todos, se "saca" al niño de la situación lesiva que aconseja la protección. “Pero con sacar al niño de esta situación, afirma la psicóloga Elena Borrajo, no es suficiente, porque sacar no significa que au­tomáticamente el daño esté reparado”.

Por ejemplo, seguimos exigiendo a un niño del sistema de protección que tiene que aprobar las mis­mas asignaturas y tener el mismo nivel de asignaturas que el resto; así constatamos una y otra vez el fracaso escolar “la dificultad curricular de estos niños es terrible”, senten­cia Elena Borrajo.

Para explicar esta situación, continúa diciendo “tenemos dos hipótesis: una, que están todos los necios en el siste­ma de protección, lo cual sería bastante inaudito; o que el maltrato y la negligencia temprana afectan al desarrollo cerebral, al desarrollo cognitivo, al desarrollo emocional, al desarrollo social, etc…”.

Esto no es una novedad “hace mucho tiempo, apunta, que los investigadores en desarrollo y en psicología evolu­tiva hablan de ello, por lo que esta cuestión no es un inven­to, ni una forma de entender la vida, sino algo constatable”. ¿Qué pasa si se protege a destiempo? Esta pregunta obliga a hablar de prevención.

“Las alarmas, apunta Elena Borrajo, deben empezar desde el conocimiento de las necesidades infantiles. Si sabemos qué necesita un bebé o un niñito para desarrollarse bien: necesidades biológicas, que tenga una casita en la que no haga mucho frío, donde tenga alimentos… tenemos que constatar que eso lo va a tener. También tenemos que constatar que va a disponer de unos adultos suficientemente sanos en el sentido parental y marental. Y esto ya no se puede prevenir. Así que si es el caso, la primera prevención sería constatar que ese niñito llega a un lugar donde estas necesidades van a estar garantizadas. Si tenemos un bebé que sabemos que va a llegar a una familia en situación de pobreza, tenemos que reparar esta situación antes de que llegue el bebé”.

Interés superior del niño desprotegido

Elena Borrajo es clara “no tenemos que esperar a constatar que el niño está desamparado, no tenemos que esperar a constatar que el niño no está atendido, la Ley nos permite intervenir antes; la Ley habla de situaciones de riesgo, no estoy hablando de nada ilegal y que no esté reconocido. Esto es lo que nos debe orientar”. “Hace mucho tiempo que en el Sistema de Protección de la Infancia se habla del enfoque de necesidades y derechos. Pues este enfoque, es esto, si usted ya sabe las necesidades, dígame qué instrumentos tiene para saciarlas y si usted no los tiene, súplalos y ayude a que se puedan conseguir”.

Este es el modelo preventivo que “pasa por ayudar a las familias, pasa por reparar injusticias sociales, pasa por generar igualdad donde hay desigualdad; pasa, muchas veces, por tener la valentía de constatar que hay familias que no van a poder ejercer sus funciones parentales y marentales”.

Paquete de alteraciones

Primer paquete

La psicóloga Elena Borrajo insiste en que hay que cuidar cada nivel de desarrollo para poder acceder al siguiente. “Nos podemos encontrar con alteraciones en el desarrollo emocional, niños con muy poquita capacidad de frustración, o muy débiles, – ahora estoy bien y mañana no lo estoy – , con un montón de disfunciones emocionales – me desborda, no soy capaz de modelar mis ilusiones – ”.

Una de las cosas que hace el desarrollo es enseñar a modular las emociones. Cuando eres pequeñito todas las emociones son abrumadoras, las mamás siempre te dicen llora cómo si se fuera a morir de hambre; es que el bebé cuando siente hambre su emoción es abrumadora y nota que se morirá de hambre. Cuando uno es mayor ya es más difícil que llore de hambre, ya sabe que en el medio puede tomarse una tapa... aprendemos a modular estas emociones".

Cuando se enfada un niño se enfada para toda la vida, “no te hablaré más”. Y cuando el niño ya es mayor, es más difícil que se enfade para toda la vida, empieza a estar disgustado, enojado, es más difícil llegar a la ira…”.

Así, explicado muy rápido, apunta Elena Borrajo, la modulación de emociones es una función básica muy importante en las personas. Los niñitos que no han pasado por este proceso, porque ningún adulto ha colaborado con su cerebro para ayudarle a modular, tienen emociones desbordantes. Puede ser que cuando se le rompa un juguete en casa, en la escuela, donde sea, el niño reaccione como si la vida se hubiera acabado. No saber modular emociones pasa un precio muy grande; porque si él no sabe perder en juegos, empieza la pescadilla que se muerde la cola. Los demás chiquillos lo rechazan; lo rechaza el cuidador que empieza a decirle tú no sabes jugar; y entonces, cómo tú me dices que no sé jugar entonces yo me creo que soy un niño que no sé jugar; y empezamos con todo un ciclo.

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También hay alteraciones en el desarrollo cognitivo. “Donde yo trabajo, cuenta la psicóloga Elena Borrajo, constatamos una y otra vez, cómo familias que han decidido
amar a niños que han sufrido, dicen: oye, no es capaz de comprender las matemáticas como otro niño; oye, no es capaz de memorizar como otro niño; oye, tenemos estas dificultades en el habla; o tenemos esta dificultad con la tabla de matemáticas: hoy se la sabe y mañana si quieres que ella la recuerde, imposible, la puedes “torturar” que no te la va a decir
”.

Estas alteraciones pueden ir acompañadas de una socialización un poquito retrasada; su modo de jugar, su modo de relacionarse, no se corresponde con los años que tiene. Por ejemplo, todavía está en una etapa más egocéntrica, en la que necesita que todo gire entorno a él. Este niño va a tener muchos problemas para jugar en el colegio porque el resto de sus amiguitos, sí estará en esa etapa.”.

Elena Borrajo habla de alteraciones “posibles” porque la ciencia y la casuística nos dicen que son muy posibles; "pero también es cierto, apunta, que debemos constatarlo con cada niño porque puede ser un gran resiliente. Por lo que sea, ha encontrado un hilito del que agarrarse y se agarra. Muchos niños, pese a las dificultades, han logrado salir adelante".

Segundo paquete

A la gente, dice Elena Borrajo, le gusta muy poquito oir hablar del paquete de trauma. Cuando hablamos de situaciones de negligencia, de desamparo, se dice muy rápido; pero a nivel emocional es muchísimo más denso. Cuando nosotros hablamos de una mamá que zarandea a un bebé, eso no es sólo algo que uno pueda hacer en dos frases; el sufrimiento para el niño es enormemente importante. El gran avance que se está produciendo en Psicología es todo el estudio de la traumatización, de cómo afectan los traumas, de cómo la memoria implícita, aquella a la que no podemos acceder de forma voluntaria, nos afecta en nuestro día a día. Estos niños han vivido un montón de situaciones traumáticas. Traumas, además, que yo digo poco elegantes. Porque un trauma elegante es cuando uno va en un avión y el avión tiene un accidente, el trauma es muy identificable; usted tiene ahí el trauma y no vuelvo a montarme en más aviones.

Estos traumas son menos elegantes y más devastadores para la Infancia:
– mamá a mí me desprecia cada vez que voy y me dice que yo voy a acabar no sé de qué; papá, que es quien me debería cuidar, se mete conmigo en la cama; yo veo que cuando el resto de las mamás vienen a buscar a los otros niños al colegio, mi mamá no aparece porque ella probablemente esté colocada en casa y cuando llegue a casa yo sé que me la voy a encontrar tirada en el pasillo y tendré que intentar que mis hermanos pequeños no la vean
".

Parece un escenario de horrores, pero por la puerta, donde yo trabajo, entran todos los días niños que han tenido sufrimientos como éstos o sufrimientos mucho mayores.
La vivencia de trauma temprano deja unas consecuencias graves en la personalidad que es necesario tratar, que es necesario reparar, que no se puede confiar en que eso sea una anécdota que ya ha pasado, que es una anécdota más en mi vida y que ya se limpiará.

Sabemos que esto no es así. Muchos niños son capaces de resiliar a través de otra manera, pero hay muchos otros que necesitan una intervención y que el cuidador que lo
cuida lo sepa y pueda ayudarle a caminar para superarlo”
.

Tercer paquete de alteraciones

"Un tercer paquete de alternaciones que constatamos los psicólogos, continúa Elena Borrajo, es a nivel relacional, a nivel de apego. El estilo de apego es esa característica que tenemos cada uno de los seres humanos de entender cómo va a ser nuestra relación con los otros y con uno mismo.

Cuando es muy pequeñita, lo primero que aprende una persona sobre sí misma es si los demás son confiables o no; y si ella es alguien merecedora de cuidados o no. Son las dos grandes preguntas sobre las que el ser humano se está haciendo desde el principio una hipótesis.

Si el papá o la mamá son competentes, y cada vez que el bebé llora lo vuelven del estrés a la calma; es decir, ayudan al niño a saciarse si tiene hambre; lo abrigan si tiene frío; lo mecen si tiene miedo, el niño rápidamente saca la hipótesis “los demás son confiables, en general puedo pedir ayuda porque el que venga va a venir y probablemente me va a saciar y me va a atender; y además yo soy alguien que recibe y merece cuidados”.

Esto tiene la cara oscura; qué es lo que pasa cuando el bebé llora y en vez de venir el papá y saciarlo y cuidarlo, lo que ocurre es que lo zarandea, le grita, le aumenta el nivel de estrés, le infringe dolor, le infringe daño provocando mucho dolor, etc. La hipótesis entonces es otra, “los demás no son confiables, yo no soy alguien que merezca
cuidados
”.

Vivir la vida desde esta última hipótesis es “terriblemente lesivo”, afirma Elena Borrajo. “Te pones en el mundo desde el principio en un estado de alerta, los demás no son
confiables. Es muy posible que el niño opte por no relacionarse emocionalmente con los demás, porque supone que le van a hacer daño
”. El niño prescinde de las emociones, prescinde de contar con los demás.

También es posible que el niño reaccione de otro modo “y esté siempre chequeando el amor que los demás sienten por él”. Cualquier mínimo fallo, para él va a tener la lectura de ya no me quieres.

Seguramente, quienes hayan amado a niños que han sufrido verán en este planteamiento mucho sentido; “la gente que ha amado y cuidado a niños que han sufrido
enseguida descubrieron ese es que tú no me quieres, yo no soy nada para tí pues a la mínima que han hecho buscan la constatación de que el amor sigue ahí
”.

Una hipoteca con el niño desprotegido pendiente de pagar por parte de toda la Sociedad

La Sociedad con la infancia tiene una hipoteca pendiente que debe saldar. Cuando llega un menor al Sistema, aclara Elena Borrajo “lo primero es constatar en qué fase estamos; qué nivel de daño hay y a partir de ahí, qué es lo que se puede hacer”. Es un error pensar que la capacidad de resiliencia y de plasticidad de los niños es suficiente porque estas realidades también necesitan una serie de cuidados.

El Sistema de Protección debería garantizar que los recursos resilientes de los niños, sus recursos de reparación naturales, salgan adelante”, confirma.

¿El sistema actual enfoca cada expediente de menores desde la perspectiva de sus necesidades?

Elena Borrajo es rotunda: “contundentemente no. No existe, que yo sepa, un sistema de trabajo centrado en las necesidades del niño y en una valoración particular. En
los expedientes de menores nos encontramos como mucho con algunos datos biográficos que pueden ayudar a descubrir si hubo negligencia, maltrato, abandono… pero está más pensado para argumentar la medida de protección que en ayudar y orientar la reparación del niño
”.

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