El Alzheimer afecta a más de 60.000 personas en Galicia y la prevalencia va en aumento
El número de casos de enfermedad de Alzheimer ha ido en aumento junto con el envejecimiento de la población y se espera que la tendencia continúe en aumento. Esta enfermedad neurodegenerativa es la primera causa de demencia entre la población y la mayor incidencia se da a partir de los 75 años.
No existe en la actualidad una causa conocida que provoque la enfermedad de Alzheimer pero sí se han identificado factores de riesgo que aumentan las posibilidades de padecerla. La edad es un factor de riesgo, aunque esto no determina que una persona mayor vaya a padecer Alzheimer ni que este sea el único factor predisponente. El factor genético juega un papel importante, en los casos en los que un familiar directo padece la enfermedad, la probabilidad de que su descendencia la desarrolle es entre dos y cuatro veces mayor. Además de estos factores hay malos hábitos en nuestra vida que actúan como un factor de riesgo y que son modificables: la vida sedentaria, el tabaquismo o una dieta de baja calidad.
Se trata de una enfermedad neurodegenerativa que provoca una pérdida de las funciones propias del cerebro y actualmente no existe ningún medicamento que consiga curar o para la enfermedad. Los tratamientos farmacológicos se emplean para tratar la sintomatología de la enfermedad mientras que las terapias no farmacológicas ayudan a que el proceso de la enfermedad sea más lento. La enfermedad de Alzheimer es progresiva, a medida que avanza la enfermedad, la afectación será mayor hasta llegar a incapacitar a la persona que la padece.
Un diagnóstico temprano es clave para comenzar cuanto antes el tratamiento y ralentizar, en la medida de lo posible, su progresión. Los comportamientos del día a día son los que pueden ayudar a la familia a identificar un inicio de enfermedad de Alzheimer. Los primeros síntomas que aparecen son una pérdida de la memoria reciente, como olvidar qué ha comido, repetición de preguntas, desorientación en el tiempo y lugar, o dificultad para realizar tareas habituales. También suelen aparecer cambios de humor, disminución del interés por lo que le rodea, mayor irritabilidad o aislamiento. Ante la aparición de alguno de estos síntomas, la familia debe optar por visitar a su médico que hará una evaluación cognitiva del paciente y deberá pasar también una revisión neurológica. La afectación irá aumentando hasta perder gradualmente también las funciones biológicas.
Una vez se obtiene un diagnóstico positivo, es importante actuar lo antes posible. Además del tratamiento prescrito por su médico, es beneficioso que la persona acuda a terapias de estimulación cognitiva como talleres de memoria o psicomotricidad que ayudarán al cerebro a mantenerse activo. Este tipo de terapias ayudan también para la prevención y detección de la enfermedad y serán un punto clave para el respiro familiar.
La enfermedad de Alzheimer afecta también a su entorno más cercano, ya que a medida que ésta avanza, el enfermo necesitará un cuidador casi permanente para ayudarle a desenvolverse. Además de hacer frente a los cuidados físicos, el cuidador deberá hacerse cargo de la toma de decisiones diarias y relevantes en la vida del enfermo. Esta doble vertiente, en muchos casos, acaba provocando en el cuidador, agotamiento y pérdida de independencia en su propia vida.
En el concello de Arteixo, desde los Servicios Sociales comunitarios, según apunta su coordinadora, “se ofrecen talleres de prevención y para cuando hay un pequeño deterioro cognitivo”. Cuando el deterioro es mayor, la persona podría entrar en el programa de dependencia, a través del cual se gestionarían los servicios de ayuda a domicilio, comedor y transporte. Muchas familias, para cubrir la atención en las diferentes etapas de la enfermedad, recurren a asociaciones como Afaco (Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Coruña), en busca de recursos como la formación para cuidadores, terapias no farmacológicas para el enfermo, centros de día o apoyo psicológico.