El ritmo de O Son do Camiño ilumina desde el Monte do Gozo
Los ritmos musicales de una alarma anunciaban que comenzaba O Son do Camiño 2019.
Con una mochila sospechosamente ligera, unas zapatillas recicladas y algunos nervios caminaba entre ríos de gente hacia uno de los acontecimientos más esperados del año en Santiago de Compostela: el festival O Son do Camiño.
La entrada al recinto estaba abarrotada, se podía encontrar gente de todas las edades, estilos y nacionalidades, y todas luciendo en su muñeca la misma pulsera con la misma emoción.
Tras un control de seguridad, las caras serias se transformaban en un auténtico espectáculo: el Monte do Gozo estaba listo, docenas de foodtrucks y puestos de comida terminaban con los últimos retoques y en las barras ya se acercaban algunos curiosos para tener los vasos oficiales llenos de Estrella Galicia.
A los primeros conciertos se acercaban sobre todo los fans más fieles y algún que otro intrépido, pero a medida que pasaba la tarde el ambiente iba creciendo. El momento culmen llegó cuando el grupo Bastille pisó el escenario; el grupo inglés consiguió conquistar la atención y la voz de todo el público.
El siguiente momento de la jornada llegó con Beret, aunque su directo no consiguió alcanzar las expectativas de todos los asistentes.
A media noche la atmósfera del festival se transformó en una sucesión de escenas de ficción y experiencias irreales de la mano del grupo Die Antwoord. Muchos no sabrían cómo describir su actuación, pero sin lugar a dudas dejaron huella en el Monte do Gozo.
O Son do Camiño: día dos
El segundo día empezó con caras un poco menos deslumbrantes, pero que aún demostraban muchas ganas de enfrentarse a un nuevo combinado de conciertos.
La voz cantante la tomó el veterano Iván Ferreiro que, como siempre, nos hizo sentir en casa aún no pudiendo tocar el esperado tema de Turnedo debido a problemas de horario.
Después llegó un poco de descontrol: primero con Hard GZ y Bloc Party, después con la banda revolucionaria Shinova y finalmente con una de las actuaciones más esperadas del festival.
El Monte do Gozo se mojaba y gritaba su nombre; la lluvia no impidió que miles de personas bailaran y aplaudiesen las canciones de Rosalía, artista que sin lugar a dudas superó muchas de las expectativas del público.
El momento álgido llegó con los Black Eyed Peas, aunque a muchos nos dejase desconcertados su DJ pinchando un rato largo antes de que saliesen a escena.
Finalmente llegó el último día; el Monte do Gozo ya no relucía tanto como el primero, se notaba que durante dos días había acogido a miles y miles de personas y que todo ello le había pasado factura.
Los voluntarios consiguieron mantenerlo lo mejor posible y la organización logró añadir algunas modificaciones para que todo terminase dejando atrás una experiencia irrepetible.
Comenzaron sonando los ritmos de los grupos Ortiga y Baiuca que marcaban el comienzo de una apasionante jornada.
El protagonismo llegó con el grupo The Hives, que parecían igual o incluso más emocionados que el público ante la experiencia que estábamos viviendo. Después llegaron Full y Vetusta Morla consiguiendo despertar a los que aún no se habían recuperado de los dos días de festival. Otros no despertamos hasta ver al gran Iggy Pop arrastrando el micrófono por todo el escenario con una energía hasta ahora desconocida.
Por último, llegó la actuación de David Guetta, que podríamos decir que cerró el festival de una de las formas más grandes en las que se podría haber hecho.
La segunda edición de O Son do Camiño fue la primera pero no la última para muchos; fue un festival lleno de emociones, sorpresas, reencuentros y descubrimientos, que además consiguió levantar a miles de personas en el Monte do Gozo al compás de diferentes estilos musicales cerrando así un capítulo más en la historia de la música.
Cris Sevilla