Las estadísticas ocultan la realidad de la violencia de género
Emma, Sandra y Karina son las tres empleadas del CIM de Arteixo encargadas de acompañar a las mujeres en el difícil proceso de la violencia de género. Porque no se limita a denunciar. Lo primero es ser consciente de la situación por la esa mujer está atravesando. “La media de los casos de violencia de género está en 7 años” es decir, mujeres que han estado sufriendo violencia verbal, psicológica o física, o todas ellas juntas durante 7 largos años. Aunque también existen casos igualmente duros y quizás más dramáticos. Mujeres que llevan toda una vida sufriendo esta violencia. Matrimonios de 50 años en los que la opresión y el maltrato a la mujer son las señales que marcan esa línea temporal. “Mujeres que incluso en algún momento pensaron en abandonar su casa pero que soportaron la situación”. Aunque también existen casos de chicas muy jóvenes que atraviesan por este difícil trance, “para una niña de 17 años, quizás en su primera relación, es muy significativa una violencia aunque sólo dure un año”.
No podemos entender la violencia única y exclusivamente como la física. “Siempre empieza por lo psicológico y el control por parte del hombre”. Pero no es fácil identificar esa violencia por eso a las mujeres que acuden al CIM se les presenta una rueda de violencia de género, a través de la cual y con la ayuda de la psicóloga ponen nombre a todas las cosas que las amedrentaban y no les permitían vivir. “La violencia puede ser física, psicológica, sexual y económica. Hay insultos, humillaciones, aislamiento y desacreditaciones. Comienza por una escalada. Una progresión que no tiene por qué acabar en violencia física”.
Cuando las mujeres, que atraviesan una difícil circunstancia psicológica, son capaces de identificar y ser conscientes de esta violencia de género es la hora de poner fin. Sin embargo, tampoco es fácil salir de un ciclo de violencia de género. En muchas ocasiones la primera decisión es romper la relación, “algunas consultas son sobre asesoramiento para buscar un divorcio” pero en una situación de control absoluto del hombre sobre la mujer, los procesos de divorcio no son tampoco fáciles. Muchos hombres no permiten que la mujer se aleje y abandone esa situación, por lo que la siguiente medida será la denuncia. Es una decisión muy compleja para la mujer. Y aún en estos casos se escuchan en la sociedad frases de “haber denunciado antes o lo hubieras dejado antes”. Volvemos a una culpabilización de una mujer cuya situación psicológica bloquea cualquier tipo de actuación. No es posible ponerse en la situación de una mujer humillada, aislada y sometida durante años. Pero podemos intentar entender la dificultad de salir de una situación tan macabra. Y las acusaciones contra la mujer que se atreve a denunciar no quedan ahí. También hay quien desacredita esas denuncias, esgrimiendo las denuncias falsas, cuyo porcentaje está en un ínfimo 0,001% o incluso de ir en busca del dinero de las ayudas.
La ley de violencia de género ha cambiado mucho el proceso judicial. La primera medida que debe tomar el juez es sobre la orden de alejamiento y la vivienda. Por suerte esto ha cambiado, ya que antes era la mujer la que debía abandonar el hogar y trasladarse a una casa de acogida. Ahora esa posibilidad también existe pero lo habitual suele ser que la mujer pueda permanecer en el hogar. La primera medida y orden de alejamiento por orden de un juez se produce en las primeras 24-48 horas. Comienza después un “penoso procedimiento judicial” que se alarga demasiado en el tiempo.
En el CIM, una vez hecha la denuncia lo primero es hacer “una valoración global mediante una primera cita con la trabajadora social y también con la asesoría jurídica. Lo primero es resolver el gran impacto que produce esta situación”. Durante el proceso judicial el apoyo por parte de las trabajadoras del CIM es total. Un apoyo que muchas veces es difícil de encontrar en el entorno familiar. “Al principio sí hay apoyo pero muchas veces desaparece, son movimientos familiares y muchas quedan apartadas. Cuando la violencia es prolongada y se ocultó durante mucho tiempo hay incredulidad y aunque hay familias dispuestas otras no tanto”. Si hay hijos o hijas la situación es todavía más compleja. A nivel judicial y de protección, los menores están ahora incluidos dentro de la ley pero “los hijos e hijas tienen también una posición complicada porque muchos se esforzaron mucho en ocultarlo y el maltratador tiene dos caras”.
Los delitos cometidos durante años de violencia “son enormes pero lo que llega al juicio es lo mínimo” por lo que las consecuencias y las sentencias no son tan graves. “Las mujeres no quieren que vayan a la cárcel pero sí buscan que se haga justicia, hay una necesidad de resarcimiento” que no se da con la sentencia. Y comienza un importante trabajo, buscar esa compensación a través de la terapia. Entender que la recompensa es la nueva situación “la libertad y el fin de la violencia”.
Un final de la violencia que de momento parece estar lejos de conseguirse aunque por supuesto se ha avanzado muchísimo. Ahora hay una conciencia social y la violencia se ha visibilizado con la ley. La violencia de género es cosa de todos y nos corresponde a todos y todas luchar por su erradicación o permitir que se sigan reproduciendo actitudes machistas. Es necesaria una prevención específica sobre la violencia de género. Últimamente hemos visto como saltaban las alarmas sobre el aumento del machismo en la adolescencia. Las trabajadoras del CIM analizan esta situación y encuentran varias conclusiones. “Los jóvenes utilizan algo muy nuevo como las redes sociales para algo muy viejo, para ejercer el control y el sometimiento”. El machismo sigue existiendo en el día a día y los más jóvenes reproducen esas actitudes que observan en la sociedad. Aunque también apuntan a otro problema: las expectativas creadas sobre la concienciación sobre el machismo y la violencia de género. “las expectativas eran muy buenas y no eran realistas. Se creía que todo estaba hecho pero en muchas casas ven lo que se veía antes”.
Hay todavía muchas cosas que hacer y entre ellas eliminar el estigma y los estereotipos que rodean a la violencia de género. La vergüenza es algo que sigue rodeando a esta situación, “que la gente se entere y que la guardia civil acuda a una casa crea un conflicto” que acaba muchas veces con el aislamiento de la mujer. Cualquier mujer de cualquier clase social, procedencia o condición puede sufrir violencia de género. Son muchos y muchas las que hablan de la violencia de género como algo importado. “los datos hablan por sí solos, 31 mujeres son españolas y el 85% de los hombres denunciados son españoles”. “Hay una representatividad mayor de la población extranjera es cierto pero encontramos muchos casos en los que la mujer es extranjera pero el agresor es español”.
Debemos cambiar la actitud, comprender que es un problema grave y existente en la sociedad. No podemos sólo contabilizar a las víctimas de violencia de género cuando son asesinadas, las víctimas son todas. La lucha contra la violencia comienza antes de que se produzca, con la concienciación y la prevención.
Miriam Cancela / Arteixo