Extremadura y Galicia no garantizan las mismas oportunidades en sus sistemas educativos
La Infancia de Galicia y la de Extremadura no reciben la misma educación. Es un ejemplo.
Igual pasa con otras comunidades autónomas de España. ¿Por qué? Porque en los centros extremeños existe una figura que educa:la del educador o educadora social. Y en los centros gallegos es una figura profesional pendiente de incorporar. ¿Cuáles son sus ventajas? Todas, porque la educación del siglo 21 debe ser social. Esto afirma la presidenta del Consejo General de Colegios de Educadoras y Educadores Sociales.
La realidad social en España es que los progenitores cada vez tienen menos tiempo para educar. Esta circunstancia se traduce en la escuela en absentismo escolar, conflictos entre iguales, faltas de respeto hacia el profesorado, mal uso de las nuevas tecnologías... Otra realidad es la crisis económica, que provoca que no todos los alumnos y alumnas curses sus estudios en igualdad de oportunidades. En este aspecto también es fundamental la labor del profesional de la educación social, pues sabe dónde buscar los recursos pertinentes para que nadie se quede atrás por el mero hecho de haber nacido donde haya nacido.
Los adolescentes que estudian en el sistema educativo gallego lo hacen en desigualdad de oportunidades respecto a los extremeños
El sistema educativo gallego, como el resto que no han incorporado a las y a los profesionales de la educación social, tienen modelos para seguir. Extremadura cuenta ya con la experiencia de 18 cursos con educadoras y educadores sociales en las aulas de secundaria de todos los centros de la comunidad extremeña.
Javier Pérez es profesor técnico de Servicios a la Comunidad en Extremadura. Sus responsabilidades profesionales se enmarcan dentro del Servicio de Programas Educativos. Cuenta que la experiencia de 18 años de acciones desde la educación social en las aulas han hecho imprescindible el trabajo del profesional de la educación social en el sistema educativo extremeño. "Sería impensable un centro sin la acción de la educación social, son profesionales ya de referencia, tanto en lo relativo a la convivencia como a la hora de relacionarse con entidades del entorno y las familias".
Que en unos centros haya y en otros no la intervención del profesional de la educación social supone una desigualdad de oportunidades educativas. Esta desigualdad no garantiza los derechos de la infancia ni la atención de todas sus necesidades, tanto educativas como sociales.
Isabel García - PEstudio / Periodismo Social