Los más frágiles de Ucrania: cómo afrontar la escolarización de los menores refugiados
A quien hace la guerra poco le importa la infancia.
Los menores huidos del conflicto bélico que asola Ucrania se cuentan por cientos de miles y ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, dice que elevaremos la cifra a millones en poco tiempo.
¿Qué hacer con estos niños?
Pues lo que hace un Estado de derecho que es, en primer lugar, ofrecerles un centro escolar, porque la Educación es pilar fundamental para sus vidas y porque, además, los coles son lugares de socialización que les van a ayudar en el trance de la llegada a un nuevo país.
Además, todas las Comunidades Autónomas se han volcado con estos menores ucranianos que, en su mayoría en estado de shock, llegan a nuestros pueblos y ciudades y les han facilitado enormemente la escolarización que se realiza por un procedimiento de escolarización inmediata: con solo decir el domicilio en el que va a residir el menor se le asigna un centro.
Bien es cierto que el idioma va a ser un obstáculo para muchos de ellos, pero, por suerte, cuentan con las llamadas aulas de enlace en la que un equipo de profesionales atiende las posibles necesidades específicas de los menores. A esto hay que sumar que los mayores de 9 años van a contar con un traductor, ya que se prefiere que los que estén por debajo de esa edad hagan un aprendizaje natural del castellano.
Por tanto, podemos decir con seguridad que todos los docentes de nuestro país van a estar ahí para apoyar a estos niños ucranianos.
¿Qué les decimos a los menores españoles?
Muchas familias me han escrito con serias dudas sobre si hablar o no con sus hijos de lo que está ocurriendo. Soy totalmente partidaria de hacerlo, eso sí, adaptado a la edad de cada uno.
En el caso de que entre un nuevo alumno en el centro que provenga de Ucrania, lo mejor, tanto para nuestros hijos como para el menor ucraniano, es la normalidad del hecho. Se trata de un alumno nuevo y, como a cualquiera, hay que ayudarle y orientarle; jugar con él y ser amable. No hay distancia alguna entre un menor español y uno ucraniano…, más allá del posible trauma con el que estos menores van a llegar a nuestro país y que los gabinetes de los centros van a ir resolviendo.
Por último, una recomendación: jugar y jugar es lo mejor para sanar.