Hay que prestar atención a las secuelas emocionales del acné
Más del 80% de los adolescentes sufre acné en algún momento. Y cada vez más se preocupan por su aspecto físico. Las redes sociales pueden agravar el impacto, incluso desencadenar una depresión.
Esta es una de las conclusiones a las que se ha llegado durante el seminario de formación on line organizado por ISFOS, el Instituto Superior de Formación del Consejo General de Enfermería, y CERAVE. El seminario tuvo lugar dentro de la campaña que ambos realizan conjuntamente bajo el proyecto “En la piel de la enfermera”. Han participado varios expertos.
La presión de las redes sociales
Durante el encuentro, tanto el dermatólogo Pablo de la Cueva como la enfermera Carolina Lázaro, han coincidido en que existe una creciente autoexigencia de la población, especialmente adolescente, en lo que se refiere a su imagen corporal. “Cada vez le damos más importancia a nuestro aspecto físico y eso lo vemos también en consulta. La exposición a redes sociales está generando que problemas como el acné tengan una repercusión aún mayor en nuestros pacientes”, explica este dermatólogo. “El impacto psicológico es mayor porque nos cuesta más aceptarnos, todos queremos ser perfectos”, añade Carolina Lázaro.
A esto hay que sumar una sobreinformación y es que, reconocen ambos, a menudo llegan a consulta adolescentes con un exceso de información que en muchos casos es incorrecta.
“Esto era algo que antes no veíamos y que hoy, sin embargo, tenemos que tener muy en cuenta ya que pasa a formar parte de la consulta: desmitificar lo que han visto en Tik Tok, en Instagram… remedios caseros que a menudo empeoran la situación”, subraya de la Cueva. Además, apunta Lázaro, “cada piel es diferente, por eso, también es importante estudiar cada caso de forma individualizada. El paciente debe saber que lo que la va bien a una persona puede no ser lo más adecuado para él y requerir un tratamiento diferente”.
Escuchar
Ambos expertos han coincidido en la importancia de escuchar al adolescente y no restar importancia al impacto que el acné tiene en su calidad de vida. “Si el acné supone un problema físico y/o emocional para él hay que acudir a consulta”, subraya Carolina Lázaro, quien destaca la importancia de la consulta de enfermería: “debemos escuchar al paciente y dirigirnos a él porque, a veces, cuando se trata de un adolescente se olvida y se habla directamente a los padres. Es fundamental que le escuchemos. En ocasiones, el sufrimiento puede ser de tal magnitud que el paciente puede acabar teniendo una depresión y necesitar apoyo psicológico. No hay que dejarlo pasar”.
Epidemia de acné
Aunque en los últimos meses se ha reducido el uso de mascarillas, su utilización continuada durante mucho tiempo ha contribuido a incrementar los problemas de acné entre la población. No sólo adolescente -más del 80% la sufren- sino también adulta, especialmente, en mujeres. “El uso de mascarillas ha dado lugar a una auténtica epidemia de acné, aunque también influyen otros factores como son la contaminación y los cambios en la microbiota”, explica este dermatólogo.
Manejo
Con respecto al manejo del acné, Pablo de la Cueva ha distinguido dos escenarios: el del acné leve y el grave. Mientras en el primero puede bastar con un tratamiento tópico y unos cuidados básicos, el segundo puede requerir un tratamiento sistémico. Este último se emplea, por ejemplo, cuando la afectación va más allá de la cara y se extiende al torso, dificultando la aplicación de medicamentos tópicos. “El objetivo será siempre mejorar la calidad de vida del paciente e impedir la aparición de cicatrices”, explica.
En cuanto a los cuidados, Carolina Lázaro ha hecho hincapié en la importancia de la higiene: “debe realizarse dos veces al día con el objetivo de mantener la piel limpia y libre de grasa. Para ello, hay que utilizar productos específicos”. Además, en caso de que ya hayan aparecido cicatrices, hay también que tratarlas. De otro lado, ha destacado la importancia de no tocarse las lesiones, llevar un estilo de vida saludable en cuanto a la alimentación y la práctica de ejercicio físico, así como ser constante en el tratamiento.
Para Mercedes Abarquero, “la elección de la rutina de higiene es crucial ya que estas pieles requieren fórmulas eficaces que sean capaces de respetar e incluso reparar la barrera cutánea. El uso de fórmulas no comedogénicas, testadas en pieles sensibles, con la inclusión de activos saneantes, hidratantes, exfoliantes y matificantes han demostrado tener beneficios en la calidad de la piel. Además, en muchos casos se utilizan asociadas a medicamentos y ayudan a compensar los efectos que estos puedan producir en la piel y reducir las imperfecciones”.