Existen riesgos específicos de sufrir violencia en el deporte

Foto: informe buenas prácticas desde el enfoque de los derechos de la infancia https://congresofapmi.es/

Hablar de los riesgos de violencia contra la infancia y la adolescencia es hablar de una realidad subestimada oculta y silenciada

Existen riesgos reales y específicos. Es una de las conclusiones del I Foro de prevención de la violencia contra las personas menores de edad en el ámbito deportivo. Aún así, las investigaciones y datos en España son escasos por lo que es necesario llevar a cabo trabajos relacionadas con esta materia que aporten datos cualitativos y cuantitativos para poder abordar la violencia en este contexto de una manera adecuada.

Existen una serie de factores de riesgo específicos para que tengan lugar situaciones de violencia en el ámbito deportivo que es necesario conocer:

  • viajes realizados durante las competiciones
  • pernoctaciones fuera del hogar
  • espacios cerrados como vestuarios y duchas
  • proximidad de los profesionales (entrenadores, médicos, fisioterapeutas....) con los niños y niñas
  • estructura de jerarquía, por lo que la autoridad e influencia de las personas adultas hace que se establezcan relaciones desiguales de poder
  • cultura del silencio

Por otro lado, están las características individuales de cada niño o niña, que pueden suponer factores de riesgo: personas menores de edad vulnerables, aisladas, con necesidades de afecto, tímidas, bajas capacidades, edades muy jóvenes...

Además están las dificultades en la detección:

  • escasa sensibilización social
  • actitudes defensivas de profesionales e instituciones que niegan y ocultan; dudan del testimonio de la víctima, y/o banalizan la situación
  • falsas creencias o mitos entorno a la violencia hacia la infancia y adolescencia
  • desconocimiento de los indicadores de violencia

En este sentido es necesario establecer buenas prácticas que describan estándares aceptables de conducta; capacitar a niños y niñas y a sus adultos de referecia en competencias para la interacción saludable; y desarrollar estrategias de escucha empática para fomentar relaciones de ayuda y fomentar así espacios de confianza para que la infancia se pueda expresar.

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