Aprender jugando: una realidad en el centro lúdico educativo Petit Pas

La gente tiene muy separado el ocio y la educación y no tiene que ser así, los niños pueden aprender también matemáticas jugando al parchís

Local de Petit Pas en Arteixo

La infancia es el momento de jugar, aprender y descubrir cosas nuevas. Hemos escuchado muchas veces la frase “aprender jugando”. Sin embargo, todavía son muchos los que ven la educación sólo en el concepto de aula cerrada con mesas y sillas colocadas ordenadamente frente a una pizarra, analógica o digital. Los distintos modelos educativos están abriendo la puerta a nuevos horizontes de aprendizaje. En Petit Pas, centro lúdico educativo, Yolanda Conde y Patricia llevan a la realidad el concepto de la frase “aprender jugando”.

Si vamos a lo fácil a la definición de lúdico nos remite a “cualquier actividad relacionada con el juego”. Analizar el término educativo es algo mucho más complejo y extenso. Podemos hablar de la educación en valores, educación formal, educación no formal… Todas ellas hacen referencia a la acción de educar, de guiar a una persona hacia el proceso de aprendizaje no sólo de materias educativas, impartidas en instituciones como colegios, institutos o universidades sino también al desarrollo psicológico, cognitivo y social. De nuestra educación no depende sólo que sepamos leer, escribir o que aprobemos o suspendamos un examen. Nuestra educación determina nuestra manera de estar en el mundo y nuestra forma de sociabilizar y adaptarnos al contexto social y cultural en el que nos encontremos. Un concepto el de educación que ha dado y dará lugar a muchísimas reflexiones, estudios y análisis.

Volviendo al centro de ocio lúdico educativo Petit Pas, el entorno nos muestra la forma de entender el concepto de “aprender jugando”. No existen muros en el local, como dice Yolanda, “no contemplamos el concepto de aula cerrada” pero sí existen en el local zonas diferenciadas para distintos tipos de juegos y actividades. Mesas para manualidades, el rincón para los juegos de mesa, la pared interactiva con un proyector o una cama elástica. “Aquí no hay juguetes de pilas. Tenemos el proyector interactivo que usamos para que aprendan a dibujar o aprender inglés pero el resto son juguetes para que desarrollen también su creatividad”. Obviamente no pueden faltar los juegos de mesa aunque se sorprenden “de encontrar niños que con 10 años nunca han jugado al parchís”. Petit Pas nació para servir de “ayuda social a muchos padres y madres que se enfrentan a jornadas de trabajo muy extensas”. Jornadas que se hacen mucho más duras si se trata como comentan de padres separados y también familias inmigrantes que en muchos casos carecen de un círculo familiar extenso en su lugar de residencia.

Su metodología y forma de trabajo es “dinámica”. “Trabajamos con el juego para hacerlo más llevadero para los niños. Pueden jugar a lo que quieran pero también tenemos actividades programadas”. “La gente tiene muy separado el ocio y la educación y no tiene que ser así, los niños pueden aprender también matemáticas jugando al parchís.” El centro está dirigido a niños y niñas desde los 0 hasta los 12 años. “Los dividimos en grupos de hasta tres años de distancia para las actividades pero permitimos que estén todos juntos. Así los pequeños se desarrollan más rápido y los mayores adquieren responsabilidades. Creamos un concepto de comunidad”.

Un concepto y una comunidad que a veces no resulta fácil de crear. “Muchos niños tienen problemas para relacionarse entre sí, no saben interactuar. Cuando ya llevan tiempo se adaptan pero al principio es difícil”. Alguna de las causas que algunos psicólogos atisban para esta dificultad de interrelación la encuentran en la forma en que los propios adultos se relacionan con la infancia. “Ahora pasan mucho tiempo con los adultos e incluso en los parques o en los cumpleaños ves que los niños y niñas juegan con sus padres o abuelos y no entre ellos”.

En Petit Pas apuntan también otros problemas que hacen que los niños “no desarrollen del todo sus capacidades”. “Hay mucha sobreprotección”. Esta sobreprotección por parte de los adultos de su entorno lleva muchas veces a niños que no siguen el desarrollo evolutivo correspondiente a su edad. Por supuesto, cada persona evoluciona de manera diferente pero hay comportamientos que pueden frenar ese desarrollo. “Nos encontramos con niños de seis años que no saben ponerse los zapatos o con cuatro que llegan en sillas y con chupete”. Nuestra forma de evolucionar y aprender nace también de la experiencia, de lo que vivamos y seamos capaces de conseguir por nosotros mismos. Algo que muchas veces les es negado a los niños y niñas para hacer la vida más fácil para niños y adultos. El momento de la comida es una de esas horas del día que se puede convertir en una pesadilla en cualquier casa. “Resulta más sencillo darle el biberón que tomar un tazón de leche pero eso es también retrasar su evolución”. Además, como apunta Yolanda, “te encuentras con contradicciones, a los niños no les dejan coger su comida y darle a un botón del microondas pero sin embargo le confían entre sus manos un móvil o una tablet”.

La infancia puede resultar a ojos de los adultos una vida sencilla y placentera dedicada al juego y a la diversión y así debe ser. Sin embargo, niñas y niños deben aprender a afrontar también las dificultades que se le plantean en la vida. “No preparan a los niños para vida real”. Prepararlos para la vida real no significa plantearles todos los problemas que tendrán que ir superando a lo largo de sus vidas sino permitirles que lleguen a la consecución de un objetivo por si mismos, enseñarles que a veces se gana y otras se pierde, motivarles para intentar las cosas y experimentar, permitiendo también que se equivoquen. “Tienen una tolerancia cero a la frustración. Incluso al hacer una manualidad si no les sale a la primera ya se enfadan. Muchas veces son los padres los que si a su hijo no les sale algo, ya lo hacen ellos, no dejan que se equivoquen”.

Una vida real para la que poco a poco tienen que ir preparándose. “Algunos padres extienden la etapa de bebé hasta los seis años y pretenden que después de un día para otro se convierta en un adolescente estupendo”. “En el centro casi no hay niños de 9-12 años, te los encuentras en la calle sin hacer nada productivo haciendo la vida de un adolescente de 15. Es una etapa en la que son muy influenciables y tienen ese concepto de que son mayores pero sin que antes les hayan dado ninguna confianza o responsabilidad”.

Educar y enseñar no es tarea fácil. Niños y adultos se enfrentan cada día a nuevos retos que pueden resultar difíciles de superar. Atarse un zapato puede ser para un pequeño de 4 años la tarea más compleja a la que se haya enfrentado nunca. Superado este reto vendrán muchos más que, junto a otros muchos factores, irán conformando a la persona del futuro pero también al niño que es en la actualidad. Un niño o niña que debe evolucionar en muchos aspectos y que por supuesto debe jugar y aprender a jugar con sus compañeros y compañeras. En Petit Pas aprovechan este juego y la comunidad creada para desarrollar conceptos que serán clave en sus vidas como la igualdad, la responsabilidad y la socialización.