La verdadera historia del monumento al Voyeur

A los aficionados caminantes o a cualquiera que haya paseado alguna vez por el Paseo Marítimo de Sabón tal vez le haya llamado la atención una escultura en su recorrido. El monumento al voyeur (o mirón) es una de sus peculiaridades. Su autor, el escultor Enrique Saavedra, nos cuenta la historia que hay detrás...

mirónA los aficionados caminantes o a cualquiera que haya paseado alguna vez por el Paseo Marítimo de Sabón tal vez le haya llamado la atención una escultura en su recorrido.

El monumento al voyeur (o mirón) es una de sus peculiaridades. Su autor, el escultor Enrique Saavedra, nos cuenta la historia que hay detrás.

La idea del “Monumento al voyeur” no nace porque me levanto un día y decido que debo honrar este tipo de afición del ser humano. Muchas veces utilizo el sentido del humor a la hora de poner título a mis esculturas. Supongo que a ningún voyeur se le ocurriría ir a espiar a nadie con un catalejo de 14 m.

La cosa empieza de una manera simple y se vá desarrollando.

Me encontré a mi amigo Iván, por la calle y me comentó que estaba haciendo un estudio para el Paseo marítimo de Sabón. En él figuraba ya la idea de colocar una escultura aunque sin determinar ubicación, ni tema, ni tamaño.

Esa misma tarde nos fuimos a dar un paseo desde la playa de Sabón hasta la de “la Salsa” por el camino que, más tarde, se convertiría en el paseo marítimo.

Creo que una escultura debe empezar a proyectarse después de ver el posible sitio donde se va a colocar y no al revés. Existen un montón de ejemplos de esta segunda manera de hacer las cosas.

En esta ocasión, también había que elegir un sitio concreto dentro de los 4 km.de longitud del paseo.

Uno de ellos era el que ocupa ahora el” Monumento al voyeur” y el otro, una cueva que hay en la playa de la Salsa. Me decidí por el actual,  por estar más o menos en medio del recorrido y porque me pareció un pedestal natural que encajó con dos ideas que me resultaron adecuadas.

La idea nace como forma simple primero. Una línea horizontal en contraste con la forma de la roca existente. Poco a poco se va transformando  y va cogiendo peso. No sé en qué momento aparece la forma de un catalejo. Es posible que antiguas ideas sobre miradores se mezclen o que las formas geométricas me parezcan atractivas para estar sobre esa roca. Hacer algo muy limpio sobre algo más amorfo. Suelo hacer este tipo de esculturas en las que siempre hay un equilibrio entre dos elementos…

No es fácil concretar los motivos reales que me llevan a decidir qué solución me parece la mejor para cada caso. No sé lo que pesa cada elemento del proceso hasta que la pieza se termina y se coloca en su lugar definitivo. No lo suelo analizar y por eso me resulta difícil explicarlo.

Creo que es importante que cada uno se acerque a verla sin ideas preconcebidas y que piense lo que quiera.

Lucía Campos / Arteixo