¿Qué no es el Tai Chi?

Fernando Veiras es el director de la Asociación Cultural Pai-Hu Internacional. Vecino de Arteixo nos ha contado qué no es el tai chi:

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Cada vez que una persona se me acerca para preguntarme qué es el tai chi, siempre acabo respondiendo lo contrario, es decir, lo que no es el tai chi.

Sucede que la gente tiene una información fragmentada, muchas veces mezclada con cosas que no tienen nada que ver con esta disciplina. Las malas películas han ayudado lo suyo a ésto, aunque también es cierto que este arte está lleno de sutilezas y puede que nuestra mentalidad occidental encuentre ciertas dificultades a la hora de entenderlo correctamente.

Pero bien, en mi caso intento acabar con esa desinformación aclarando que el nombre no es Tai Chi ni taichí, sino Tai Chi Chuan.

Tai Chi Chuan se puede traducir como boxeo último supremo o puño de la realidad suprema.

Quizás desde el punto de vista occidental no nos parezca importante, ya que tendemos a acortarle los nombres a casi todo, pero si en China dijéramos simplemente Tai Chi, no entenderían que nos referimos al arte marcial, sino a un concepto filofófico taoísta.

En este caso el nombre es relevante porque define la naturaleza de esta disciplina, que es, como podemos ver, absolutamente marcial; no es un floral, ni meditativo, ni artístico y los boxeadores de Tai Chi Chuan tenían fama de invencibles en la China del siglo XIX.

Nadie le pone boxeo último supremo a una disciplina sin un buen motivo.

Las razones de por qué no se asocia popularmente el Tai Chi Chuan con un arte de guerrera y sólo se conocen sus aspectos medicinales, es algo que ha despertado muchas controversias y pensamos aclararlo más adelante.

Como veis da para mucho el tema.

Una vez aclarado el tema del nombre suelo encontrarme casi siempre con las mismas preguntas, que deberían estar incluidas en cualquier curso de formación de docentes de Tai Chi Chuan: ¿es como el yoga, verdad?; ¿se parece al pilates?; ¿hay que llevar esterilla?.

La respuesta a las tres preguntas es no.

El Tai Chi Chuan no es yoga en movimiento, como intenta publicitarse en algunos sitios. Vamos, que no tiene nada que ver con el yoga, que por otra parte no es sólo una disciplina física, el Hatha Yoga es uno de los siete yogas que forman este sistema de desarrollo espiritual de origen hindú.

Tampoco tiene nada que ver con el pilates, que es un sistema de ejercicios bastante exigente y técnico. Es cierto que el yoga y el pilates tienen en común algunos objetivos y métodos, pero definitivamente son distintos a los del Tai Chi Chuan. Por lo tanto la esterilla no hace falta.

En el Tai Chi Chuan la cuestión es mantenerse firme para no caerse al suelo, la esencia de este arte es la correcta verticalidad.

No tengo paciencia para hacer algo tan lento... Me voy a aburrir...

El Tai Chi Chuan no es aburrido. Nunca vi a nadie aburrirse en una de mis clases. Y cuantos más nervios e inquietud se tengan, mejor; mi experiencia me dice que al final de la práctica el practicante sentirá un contraste mayor y una sensación de plenitud inesperada.

El Tai Chi Chuan es una caja de sorpresas.

Parte de la magia del Tai Chi Chuan se encuentra en que aprendemos a repsirar y poco a poco descubrimos lo que el poder de nuestra concentración puede lograr. De esta manera, el movimiento se convierte en algo totalmente distinto, ciertas combinaciones de giros, extensiones y cambios de balance resultan un pequeño desafío que acaba volviéndose adictivo, porque nuestro cuerpo se convierte en un laboratorio donde experimentamos algo a lo que casi nunca estamos acostumbrados: el control consciente.

Para ello la baja velocidad es ideal, se graba mejor en nuestro cerebro y además conseguimos corregir cada detalle, cosa que al hacerlo a gran velocidad se nos escaparía.

Cabe aclarar que hay también trabajos con velocidad, sólo que no suelen publicitarse. Por otro lado, los trabajos de empuje de manos o Tui Shou, en los que se simulan ciertas situaciones de combate, nos dan una gran sensibilidad corporal y nos enseñan a dominar la fuerza del contrario y a evitar que perdamos el equilibrio.

Siempre veo que los practicantes acaban con una sonrisa de oreja a oreja cuando consiguen sin tensión rechazar la fuerza bruta que intenta desplazarlos. Es pura física aplicada. Es imposible aburrirse haciendo Tai Chi Chuan.

Otro error común es pensar que es una práctica para gente mayor.

Lo que ocurre es que el Tai Chi Chuan tiene un impacto muy bajo y grandes beneficios para personas de edad avanzada o con patologías que restrigen su movilidad. Pero esto no significa de ninguna manera que no puedan aprovecharlo quienes están en su plenitud física. Es más, con un buen entrenamiento puede llegar a ser una práctica de las más intensas. Se considera que es la única disciplina que consigue mover la casi totalidad de los más de seiscientos músculos del cuerpo. Es fácilmente graduable según los objetivos o condición física. En el aspecto menos conocido de este arte es la parte marcial en la que se entrena a fondo el poder corporal.

¿Es como una gimnasia china?

No, sólo se convierte en gimnasia si lo despojamos de su parte marcial. El Tai Chi Chuan es una de las artes marciales más completas que existen, abarca el aprendizaje de la alineación articular, restablecimiento postural, fortalecimiento de los músculos, aumento de la elasticidad y el estiramiento, mejora del funcionamiento orgánico, descenso del estrés y la ansiedad, equilibrio espiritual y un potente y muy refinado medio de autodefensa.

Siendo como es el arte marcial que trabaja la física aplicada por excelencia, puede que se tarde algo más en dominar ciertas técnicas, pero una vez dominadas su contundencia es aplastante.

Es evidente la paradoja: el Tai Chi Chuan es una de las artes marciales más populares y, sin embargo, pero comprendidas en todo el mundo marcial.

Pero algo es seguro.

Es un arte que da muchas respuestas, tanto a nivel corporal como a nivel de emociones y pensamiento. Es, en definitiva, un arte que nos ayuda a mejorar la obra más importante que jamás tendremos en nuestras manos: nuestra propia vida.

Buena práctica

Fernando Veira, maestro del estilo Pai-Hu de Wudang