Este domingo 18 de febrero, a las 17 horas, el 49,17 por ciento del electorado gallego ya había votado. Así que el futuro de Galicia durante estos próximos cuatro años ya estaba prácticamente decidido.
Rueda se queda. El porcentaje de voto en A Coruña fue del 48,57; en Lugo, del 49,75 por ciento; en Ourense, del 50,19 por ciento ; y del 49,34 por ciento en Pontevedra.
El próximo presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, hace unos días visitaba Arteixo en plena campaña electoral y dejó mensajes como éstos:
- la lengua es un elemento de concordia y de unión, y no de ruptura
- nadie puede decirnos lo que tenemos que pensar
- ganar con mayoría suficiente supone estabilidad y políticas prácticas que permiten hacer cosas sin perder el tiempo
- gobernar es algo muy serio, no un concurso de anuncios
- gobernar es gestionar y hace falta experiencia
- hay que huir de sectarismos y de ideologías extremistas
También habló de aumentar la inversión en la sanidad pública, de gratuidad del sistema educativo, de hacerlo extensivo a las matrículas universitarias, etc. etc.
Pidió en Arteixo, como en otros cientos de rincones de la geografía gallega, el voto para que Galicia siguiera funcionando.
El electorado gallego lo ha dicho, aún no es nacionalista ni apoya el todo vale del partido socialista actual. Confirma que las políticas de Sánchez no son bien vistas en esta Comunidad. Por eso el desplome del socialismo gallego, que no convence ni a los votantes socialistas de toda la vida, que parece haberse sumado a las propuestas nacionalistas. O tal vez porque falta un proyecto socialista para Galicia.
Los nacionalistas apostaron por Ana Pontón que sí gana confianza entre los gallegos; el resto de partidos que se presentaron no consiguieron representación institucional, salvo Democracia Ourensana, que promete momentos singulares en el Parlamento.
Destacable también es la falta de apoyo gallego a la vicepresidenta del Gobierno español, que jamás hubiera pensado estar donde está con su trayectoria política en Galicia.
Otro dato a destacar de estas elecciones es la movilización del electorado que pese a ese sentir popular de que la política ya no interesa sí ha ejercido su derecho con datos de participación históricos. Sin embargo está también el dato de la abstención que pasa del 30%, un reto para cualquier organización.