Andrea G. González / Arteixo
Que hubiese un derrumbe en una meseta de Marte me ha dejado mucho más tranquila. Una cosa fuera de lo común, ahora ya podré dormir a pierna suelta sin pensar en mucho más. ¡Qué gran tranquilidad! ¡Ya no tendré ojeras! Ahora ya puedo coger los bártulos e irme a la playa...
Entro en el ascensor con miedo por si lo tengo que compartir con un señor de la calaña del alcalde de Valladolid (señor León de la Riva) ya que, después de escuchar sus comentarios sobre el “reparo” que le daba subirse a un ascensor por los deseos que podría despertar en el sexo opuesto - del que yo formo parte- , empecé a pensar que el mundo se nos va de las manos.
¡Menudas sandeces se pueden soltar y más en verano! Noticias insultantes que copan las portadas de los periódicos mientras tomamos el sol en Valarés o bailamos en las fiestas con la Panorama, cuando “ellos” creen que nuestra cabeza descansa: entérense, aireamos el cuerpo pero nuestra cabeza sigue funcionando y ahí siguen las preocupaciones de siempre. Ojalá pudiese administrarme unas dosis más de desafección!
Esta desafección, una palabra rara donde las haya, ocupará portadas y telediarios a partir de septiembre y es mejor que nos vaya sonando. Marca esa distancia que sentimos ante la realidad política provocada por la insatisfacción, decepción o cabreo que nos lleva a desentendernos de todo lo que sucede a nuestro alrededor. Así que, moreneando o bailando, no dejemos de entrenar el cerebro, ya está bien de aceptar nuestro papel de títeres mientras ellos manejan los hilos.
Abramos los ojos y miremos a nuestro alrededor, hay vida más allá de nuestro ombligo. Que nuestras neuronas se preocupen de algo más que la ropa que elijo para salir o cual es el mejor peinado para compensar el taconazo de mis amigas. Lo siento, tengo que comunicaros que siguen los problemas en educación, sanidad, empleo... Derechos irrenunciables que se van deteriorando de tal manera que me hacen pensar que ya nada está a salvo. Una realidad que, con el fin del verano, intentarán seguir ocultando tras el espectáculo de las tertulias llenas de griterío, tras las discusiones, proclamas y consignas donde no parece posible encontrar racionalidad y un verdadero debate.
Es verano también en Siria, Gaza o Irak. Es verano en Melilla. Perdonad mi actitud aguafiestas pero la realidad no descansa porque aquí salga el sol “casi” cada mañana, cojamos la sombrilla y la toalla para ir a pasar el día a la playa o la piscina. Levántate con ganas de conocer qué pasa, hay tiempo para todo. No dejes que tu mente se vaya también de vacaciones y sigue luchando contra las injusticias. Por muy verano que sea.