La ONGD Miradas al Mundo nació en el año 2008 con la intención de cambiar la situación de pobreza e injusticia de los países del sur. Su objetivo: conseguir un mundo más justo e igualitario. Este objetivo es para muchos una utopía por lo que desde la ONG lanzan una proclama que esconde detrás el convencimiento de que toda buena acción tiene su recompensa: “los que dicen que es imposible no deberían entorpecer a los que queremos intentarlo”.
La historia de Miradas al Mundo es la consecución de un sueño de su fundadora, María Martínez. El germen de la ONG hay que buscarlo 12 años atrás. Aunque había estudiado Trabajo Social, María dedicó parte de su vida profesional a trabajar en banca. Sin embargo, “tenía vocación por esto desde pequeña. Quería conseguirlo y ahorré para hacerlo”. Su primer contacto con la realidad africana fue en Guinea, donde se centraron los primeros proyectos de la ONG, hasta expandir su acción por diversos países africanos. Tras ese primer viaje a Guinea, se marcó la primera meta: conseguir zapatos para los niños y niñas de la escuela. Con ayuda de amigos y clientes, en el siguiente vuelo a Guinea, su maleta portaba esos zapatos.
En la actualidad, la ONG suma más de 200 socios y han conseguido mejorar la vida de las distintas ciudades en que desarrollan sus proyectos. Como apunta María, “para conseguirlo implicamos a toda la comunidad en el proyecto. Si no escuchas a la otra parte no va a funcionar”. En esta década de trabajo, entre otras actuaciones, han construido escuelas, pozos y han instalado un dispensario. “En todo el país hay 90 médicos” y el acceso a medicamentos es inviable. Para la mayoría de la población, conseguir medicinas es África es todavía una realidad lejana. Enfermedades como la malaria, fácilmente curables en otros contextos, o el VIH, que en Occidente se considera enfermedad crónica, continúan causando la muerte a millones de personas en los países del sur. Detrás de las muertes de estas personas se encuentra un negocio: el de las farmacéuticas. “Es un mundo muy hipócrita. Los medicamentos pueden costarte lo mismo que aquí y una prueba de VIH cuesta 30 euros”, imposible para una población que subsiste con menos de dos dólares al día. Además se encuentran con otro tipo de trabas. “En Gambia, un compañero plantó artemisa para tratar a la población y le quemaron todos los campos. Existe un remedio que funciona contra la malaria pero es ilegal por culpa de las farmacéuticas así que hay que emplearlo con miedo y a escondidas”.
La alimentación es otro de los problemas de esta población, un 70% sufren malnutrición o desnutrición en la infancia. Desde Miradas al Mundo están poniendo todos sus esfuerzos en conseguir acabar con este problema crónico. Su herramienta para hacerlo es la Moringa, una planta con altos valores nutricionales. “Con las hojas de esta planta se consigue recuperar a un niño tras un mes y las mujeres pueden recuperar la leche en tres días”. Sin embargo, debido a la entrada de las farmacéuticas, su uso se ha perdido. Esta planta nace en “todas las esquinas” pero para María, no hay interés en sensibilizar sobre su uso. “Existe una gran hipocresía y detrás de todo está el dinero”. Como ocurre con las ayudas a cooperación de países de Occidente. “Las ayudas estatales son una trampa, lo hacen a cambio de algo como poner empresas que exploten el pescado de estas zonas”. El caso de Guinea es paradigmático, “hace dos años que no está en el fondo de cooperación porque no había un gobierno estable con el que negociar. Todo está politizado”.
Revertir esta situación no es sencillo. El maltrato a los países de África ha sido una tradición en Occidente y la única manera de cambiarlo es a través de la educación y la sensibilización. En Guinea, Miradas al Mundo ha puesto el foco en el acceso a la educación de los más jóvenes, para conseguir que sean ellos los que transformen su realidad. Para ello, además de las escuelas, han puesto en marcha un sistema de becas para evitar el abandono escolar. En España, parte de su trabajo lo realizan también con la Infancia. Hace ocho años comenzaron con las charlas en los colegios para concienciar a la infancia de las diversas realidades existentes en el mundo con carencias a todos los niveles y con nulo acceso a los servicios básicos. “Es importante ya que no sabes que puede salir, les abres el corazón y puede que les remuevas algo como me sucedió a mí”.