Narciso Vázquez tiene parte del pasado y ojalá muchos pudiesen disfrutarlo
Tiene 74 años y su aspecto y entusiasmo son envidiables. Desde los 8 años, Narciso Vázquez se interesó por conservar piezas que le llamaban la atención. Hasta hoy. Cuenta que siendo muy niño, perdió una pieza que le había regalado un cura. Fue su primera “transacción” y la cambió por petardos. Pero se arrepintió tanto una vez que los acabó y el ruido había terminado, que prometió no vender nada, salvo que tuviera dos iguales. Se había quedó sin una cosa y sin la otra. Nunca más le pasó. Tiene muchas más de dos piezas similares de artículos históricos.
Por esa razón, un amplio espacio de su casa situada en Pastoriza está destinado a exhibir “tesoros” a los que Narciso trata con mucho mimo. Gramófonos, teléfonos, máquinas de escribir, radios, herramientas de labranza, llaves, muchas llaves…Restaura él mismo todos los objetos que a lo largos de tantos años ha coleccionado y que desearía que pudieran exponerse en un espacio adecuado, en un museo, en Arteixo. Pero esa decisión no llega. Mientras tanto, los expone colaborando con la Asociación de Pensionistas de Arteixo en eventos puntuales como la Feria Histórica 1900.
Trabajó en Suiza y está jubilado hace muchos años. Ha viajado
por casi todo el mundo, por trabajo y por amor a su gran afición: el
coleccionismo. Toda España, Portugal, Inglaterra, Alemania, Suiza, Francia,
Grecia, América…
Las piezas especiales despiertan su interés y el de las personas que visitan su sala de exposición y de restauración. "Lo más difícil no es encontrar objetos sino, muchas veces, poder traerlos para España". Discos de pizarra, relojes, revistas, monedas, maquinarias…miles de objetos únicos, espléndidos, que “ojalá puedan verse de forma continuada en un lugar adecuado, en un museo, para que todos los vecinos de Arteixo y todas las personas que fueran a visitarlo lo disfrutaran”, afirma Narciso.
Piezas únicas
Ama sus más de 200 gramófonos -y sus más de 20 mil agujas- recopilados de distintas parte del planeta. Doy fe que suenan de una forma que transporta a otro mundo, con sus discos de pizarra... una auténtica maravilla.
Alumnos de colegios de Arteixo y de A Laracha suelen visitar su casa museo. En esos momentos, Narciso es feliz explicando qué es cada cosa o preguntando si saben qué es tal otra. Una gran parte de la historia es suya. La conserva en Pastoriza. Quizá llegue ese momento en que cobre valor para otras personas…
Su esposa y sus dos hijos admiran su pasión. Y él les advierte que no puede parar porque tiene “una enfermedad como cualquier otra”, bromea. “Existen piezas que están tiradas por ahí a las que muchas personas no le dan valor histórico pero, claro, después de tantos años ya me conoce mucha gente y antes de tirar algo me preguntan si lo quiero”, asegura el inconfundible Narciso Vázquez.