Ni Marte ni otro planeta bajo otros soles, ni en otra galaxia. Solo aquí y solo nosotros, los seres humanos estamos preparados y completamente adaptados para vivir en este pedacito de cielo, en este lugar en que todo es nuestro todo, y que es mucho más de lo que podríamos imaginar, desear y disfrutar, no hay otro.
El hombre para la tierra y la tierra para el hombre. Todo en nuestro entorno es sorprendente, está maravillosamente hecho, con su belleza deslumbrante, su color, olor, sabor, ¡esplendido!
Los campos y valles verdes y floridos, montañas, frondosos bosques, ríos maravillosos, lagos inmensos, mares inconmensurables, cascadas arrolladoras, puestas de sol que cautivan, amaneceres dorados. Y este cielo tan azul, con las nubes navegando como cometas blancas y juguetonas, dibujando formas infinitas para la imaginación. La lluvia refrescante que alegra la vegetación y nos ofrece una rica y variada despensa para alimento y placer, y exuberante belleza.
Las miles de millones de vidas inferiores contribuyen a que esto sea así de placentero. Es un verdadero tesoro.
La blanquísima nieve cayendo suavemente como mariposas minúsculas que se posan durmientes sobre el suelo, sobre los tejados, y se cuelgan sobre las ramas de los desnudos árboles, escarcha que sacude el viento empolvando todo alrededor.
Que nadie te venda el cielo. Ya está ocupado con otras criaturas que están también perfectamente adaptadas a ese lugar inalcanzable para nosotros los humanos, que ni conocemos ni podemos ver con nuestros ojos, ni siquiera con los más potentes telescopios.
Hay muchas cosas sorprendentes y maravillosas delante de nostros que nos quedan por ver y otras muchas que no conocemos ni alcanzamos a comprender. No poseemos la vida eterna, pero toda esta maravilla que nos rodea la poseemos ahora y aquí y ¡es tan bella¡ Fue hecha para nosotros, y quizás tengamos que enfocar a más corta distancia nuestra visión. Quizás buscando mundos nuevos en el universo menospreciamos el paraíso que pisamos. Vamos consumiendo nuestra vida, o nuestro tiempo, que es lo mismo, en cuestiones de cortas miras totalmente banales.
El ser interno, el espiritual, está cada vez mas alejado de esas necesidades e inundado por el materialismo. Para superar las presiones debe abrirse paso con expectativas que edifiquen esa parte espiritual ese yo interior que tenemos abandonado o lo usamos solo para discutir nimiedades.
Si nos ensanchamos y vemos la tierra y todo lo que la habita como nuestro amado hogar, tendremos la fuerza necesaria para rectificar y enderezar todas las agresiones que le causamos a este planeta que es nuestro todo, de todos y para todos. Sin duda que el esfuerzo valdría la pena. Después de todo, la tierra no es más que un pedacito de cielo, nuestro pedacito de cielo.
L.V.M.