Un gigante del Siglo XXI
Benedicto XVI: casi ocho años gestionando el Estado de la Ciudad del Vaticano
Amor. Su primera encíclica ya nos recordaba que “Dios es amor”. Dios nos ama y nosotros podremos amar con ese amor a los demás: es la “Revolución del amor” que propone el Papa al mundo, para solucionar los graves problemas humanos y promover la paz y la justicia.
Fe y razón. Una gran preocupación del Papa fue la defensa de la verdad y la razón. Fe y razón no se oponen: el Cristianismo es la religión del amor y la verdad. Tras las encíclicas sobre el amor y la esperanza, escribe otra sobre la verdad, “Caritas in veritate”, donde explica que la verdad sin amor se seca; y el amor sin verdad degenera en puro sentimentalismo y arbitrariedad. También denuncia en numerosas ocasiones la “dictadura del relativismo”, muy extendida en occidente, que rechaza la verdad y lleva al totalitarismo. Con el deseo de llegar a todos sugiere nuevas iniciativas como el Atrio de los gentiles -para dialogar con intelectuales- o el Año de la Fe, para revitalizar la fe de los católicos y ofrecerla con toda su belleza al mundo.
Belleza. Con frecuencia el Papa habló sobre la belleza: “El Logos no es sólo una razón matemática: el Logos tiene un corazón. Es también amor. La verdad es bella. La verdad y la belleza van juntas: la belleza es el sello de la verdad”. Él siempre amó el arte y la música, que también cultiva personalmente. No ignora sin embargo tantos problemas y suciedad en el mundo–“es como si el maligno quisiera ensuciar siempre la creación para contradecir a Dios y para hacer irreconocible su verdad y su belleza”- pero la victoria final es de Dios. El mundo creado, con su belleza, refleja a Dios, y tenemos que cuidarlo. Un momento fundamental para expresar la belleza y el misterio es la Liturgia, donde se produce el encuentro sacramental de Dios y los hombres, que llena de vida a toda la Iglesia.
Humildad. Siendo un gran intelectual, de gran sensibilidad, el Papa ha sabido escuchar a todos, con prudencia y humildad para desarrollar su trabajo. Con delicadeza y sabiduría abordó temas difíciles y actuó con fortaleza para suprimir abusos o tomar decisiones importantes, por el bien de la Iglesia. Sus 23 años como Prefecto de la Fe y sus estudios de Teología le habían dado un conocimiento profundo de los problemas actuales de la Iglesia y del mundo que facilitaba poder resolverlos.
Benedicto XVI, un gigante del siglo XXI, se retira a orar, pero su vida y su obra seguirán iluminando para siempre la inteligencia y el corazón de los hombres…
Gloria Solé Romeo Historiadora 24/II/13