E-commerce, millenials, influencers, Web, son palabras de lengua inglesa que se cuelan en nuestras conversaciones diarias, en los blogs y redes sociales que habitualmente leemos con nuestro ordenador, Tablet o Smartphone. Un continuo uso de extranjerismos que hacen patente que vivimos en la era tecnológica, en plena transformación digital.
Surge el ecosistema de internet, y allí, formando una comunidad virtual, aparece también el mercado ¿y es acaso un mercado diferente inserto en una comunidad distinta? La respuesta es no. No hay nada ajeno a nosotros. El mundo virtual es una ampliación de nuestra propia realidad física.
En este ecosistema de internet se encuentra un mercado virtual cada día más grande en el que clientes y empresas encuentran grandes beneficios. Por el lado de la oferta, surge un nuevo entorno competitivo sin barreras y sin horarios, y por el lado de la demanda, los clientes encuentran ahorro de tiempo, comodidad, ofertas…
En este contexto podemos diferenciar tres grandes grupos de vendedores: aquellos innovadores que invierten tiempo y dinero en posicionar bien a su empresa en este nuevo entorno competitivo. Otros a los que les abruma el ecosistema de internet, que no tienen tiempo y que descartan las redes sociales bien porque nos las entienden, bien porque no les gustan y el último grupo, que se sube al carro de cualquier innovación tecnológica, que está presente en todas las redes sociales y genera mucho contenido diario al azar, sin trazar una estrategia previa.
El primer grupo de vendedores que está perfectamente actualizado y sigue un plan en redes, este es al que debe aspirar cualquier empresa que no quiera desaparecer. Entre el segundo y el tercer grupo apenas existe diferencia, ya que invertir tiempo y dinero sin trazar un plan previo es siempre contraproducente.
No basta con estar presente en la red. Es necesario disponer de todos los conocimientos, herramientas y técnicas para que nuestra presencia en el entorno virtual y las estrategias de marketing online que realicemos sean realmente efectivas y se conviertan en un verdadero valor para la empresa.
La estrategia de marketing online no debe basarse en estar presente en todas las redes sociales y generar contenido. Esta presencia y el contenido debe responder a una estrategia o plan, meditada y orientada a alcanzar nuestras metas.
Debemos, por tanto, trazar un plan de marketing digital, siguiendo las siguientes etapas:
En primer lugar, debemos definir los objetivos a alcanzar, así como, ordenarlos en función de su importancia y plazo de consecución.
En segundo lugar, analizar el mercado y nuestra empresa. Es importante recoger información para ser consciente de las nuevas tendencias y cambios del mercado. En este nuevo entorno digital las empresas se dividen entre rápidas y lentas al cambio, no entre pequeñas o grandes.
En tercer lugar, definir nuestro producto y nuestra oferta de valor. Se trata de establecer estrategias para hacer más atractivo nuestro producto, precio, calidad, ofertas y distribución.
En cuarto lugar, definir y analizar nuestra competencia, es decir, que tipo de empresa satisface las mismas necesidades que nosotros a nuestro mismo público objetivo.
En quinto lugar, definir nuestro público objetivo, es decir, cual sería nuestro comprador ideal. Posteriormente nos acercaremos a él, a través de sus influenciadores o influencers.
Por último, debemos definir también en nuestro plan de marketing digital tanto su plazo de realización como su presupuesto.
Aplicando adecuadamente las estrategias de marketing digital sin duda nuestra presencia y buena reputación online traerán consigo altos beneficios a nuestra empresa.