Uno de cada catorce niños en edad escolar padece trastorno del desarrollo del lenguaje (TDL), también conocido como trastorno específico del lenguaje (TEL), según el estudio epidemiológico SCALES, realizado en el Reino Unido.
Se trata de una patología poco conocida entre la población y que afecta a la adquisición y el desarrollo del lenguaje de algunos niños, en cuya habla es frecuente que no aparezcan preposiciones, artículos, adverbios o pronombres: por ejemplo, podrían decir «queca roto» en lugar de «la muñeca se ha roto». De no tratarse, este trastorno puede tener consecuencias, según explican los expertos.
A los dieciséis años, el 40 % de las personas con TDL tiene dificultades para interactuar con los compañeros
Para concienciar a la población de la existencia de este trastorno y de los
beneficios que tiene para el niño tratarlo a tiempo, el 18 de octubre se
celebra el Día Internacional de Concienciación sobre el TDL, en cuya
organización han participado los principales grupos de investigación a escala
mundial, según explica Llorenç Andreu Barrachina,
profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias
de la Educación de la UOC. El Grupo de Investigación en Cognición
y Lenguaje (GRECIL) de la UOC y la
Universidad de Barcelona (UB) también han participado como organizadores.
Además, para tratar esta y otras dificultades en la adquisición y el uso de
habilidades como escuchar, hablar, leer, escribir, razonar o entender las
matemáticas, la UOC organiza el 19 de octubre la V Jornada sobre Dificultades del
Aprendizaje, en la que se celebrarán ponencias de profesionales con
amplia experiencia en este campo seguidas de espacios de debate y coloquio.
Señales de alarma
Además de la omisión de palabras y problemas con las flexiones verbales,
hay otros signos de alerta que pueden hacer sospechar a los adultos de un
posible problema. «Alrededor de un 25 % de los niños con TDL son hablantes
tardíos, es decir, comienzan a decir las primeras palabras alrededor de los dos
años», afirma Llorenç Andreu Barrachina, director de la Jornada sobre
Dificultades del Aprendizaje. «Por tanto, aquellos niños que tardan más en
aprender a hablar están en riesgo de padecer posteriormente TDL », explica.
Otras señales que podemos encontrar son que el niño no preste mucha
atención a lo que dicen los demás y que en algunos casos incluso no responda a
su nombre, señala Elvira Mendoza, catedrática de Logopedia, doctora en
Psicología por la Universidad de Granada y ponente en la Jornada. Mendoza
también advierte de que deben tenerse en cuenta los antecedentes
familiares, ya que «existe un grado importante de agregación familiar, y es
probable que el padre o la madre presentara también problemas de lenguaje»,
añade.
Consecuencias
¿Qué ocurre si un niño que tenga TDL no recibe ayuda? Según los
especialistas, la primera dificultad con la que se encontrará es que le
costará seguir el ritmo de la clase. Y ese es solo uno de los obstáculos en
su aprendizaje. «Si no se lleva a cabo ninguna intervención, los niños con TDL
tendrán un desarrollo del lenguaje oral deficiente que provocará problemas en
el aprendizaje de la lectoescritura y en el nivel escolar, y acabarán con una
gran probabilidad en fracaso escolar», responde Llorenç Andreu Barrachina,
director del máster universitario de Dificultades del Aprendizaje y Trastornos
del Lenguaje.
Además, desde Raising Awareness of Developmental Language Disorder (RADLD),
una organización creada para concienciar sobre el TDL, afirman que este
trastorno y la dislexia están muy relacionados, y la prueba es que muchos
niños con TDL cumplen los criterios para ser diagnosticados de dislexia, ya
que, aunque el pequeño pueda leer en voz alta correctamente, normalmente le
cuesta entender lo que ha leído.
Otras dificultades asociadas al TDL son las sociales. El informe The Manchester Language Study,
concluyó que a los dieciséis años, el 40 % de las personas con TDL tenía
dificultades para interactuar con los compañeros, además de que el 50 %
de estos adolescentes había sido víctima de acoso durante la infancia,
mientras que ese porcentaje es de menos del 25 % en adolescentes con desarrollo
típico.
Cómo actuar
La intervención de los padres es clave para resolver la situación, ya que,
según los especialistas, la mejor respuesta es anticiparse a un posible
problema. «A edades tempranas como los dos años no podemos afirmar, ni mucho
menos diagnosticar, que un niño padece trastorno del desarrollo del lenguaje,
sino que solo podremos decir que se trata de un hablante tardío. En muchos
casos estos hablantes tardíos evolucionan hacia la normalidad. Pero, en
cualquier caso, hay que seguir muy de cerca su desarrollo lingüístico», señala
Elvira Mendoza.
De hecho, el TDL no se diagnostica hasta aproximadamente los cinco
años. Sin embargo, los expertos coinciden en señalar que debe comenzarse a
hacer una intervención logopédica antes incluso de esa edad si se cree que el
pequeño puede tener TDL. «En cuanto se tenga alguna sospecha de que el niño no
sigue el curso de desarrollo típico del lenguaje se recomienda una
intervención, ya que cuanto antes se intervenga, mejor es el pronóstico. Por
ejemplo, si a los dos años el niño todavía no habla o tiene muy poco lenguaje,
sería ideal que recibiera una estimulación precoz que resultaría muy
beneficiosa», explica Llorenç Andreu Barrachina.
Además, en casa pueden ayudar al pequeño estimulando lo máximo que
puedan su lenguaje, lo que se traduce en hablarle constantemente, enseñarle
nuevas palabras y expresiones y procurar que el niño o la niña cuente con el
máximo de experiencias comunicativas posibles. «El logopeda enseñará a los
padres técnicas adecuadas de interacción con su hijo. Son lógicas y sencillas,
pero los padres no las conocen ni tienen por qué conocerlas», explica Mendoza.
Beatriz González