“Ya no concebimos nuestro sistema educativo sin el profesional de la educación social, si no existieran notaríamos su ausencia”, asegura Javier Pérez desde Extremadura
En España, sólo 5 comunidades han regulado la educación social en sus sistemas educativos. Se trata de Extremadura, Castilla-La Mancha, Andalucía, Baleares y Canarias. Los gobiernos de cada comunidad, con distintas prioridades políticas y diferentes sensibilidades hacia los derechos de la Infancia, deben abordar la intervención socioeducativa en la escuela.
La larga lista de problemas y realidades que hay que gestionar en los centros educativos lo aconsejan. Hablan de convivencia, absentismo, maltrato, violencia, desigualdad, diversidad, carencia de recursos... Por ello, necesitan con urgencia facilitadores en lo social y en lo educativo que sean puente entre dentro y fuera de las paredes del aula. Extremadura es la primera comunidad que toma la iniciativa en España en el año 2002. En la actualidad todos los cursos de secundaria de esta autonomía cuentan con un profesional de la educación social.
Extremadura comunidad pionera
Javier Pérez es profesor técnico de Servicios a la Comunidad en Extremadura. Su tarea se enmarca dentro del Servicio de Programas Educativos. La experiencia de 18 cursos con el trabajo activo del profesional de la educación social ha hecho que en esa comunidad autónoma sean profesionales imprescindibles en el sistema educativo. “Se han convertido en una figura de referencia en los centros educativos”, afirma. “Durante 18 cursos han ido ampliando su ámbito de actuación, tanto en lo relativo a la convivencia, como a la hora de relacionarse con entidades del entorno y familias”.
El profesor técnico también destaca el papel de las educadoras y educadores sociales durante el estado de alarma por la covid-19. “El papel de los profesionales de la educación social ha sido crucial para garantizar necesidades y derechos de los niños, niñas y adolescentes en nuestros centros”.
Explica, además, la flexibilidad del trabajo de las educadoras y los educadores sociales y su autonomía para desarrollar la labor en grupos diversos y niveles diferentes. Pone también en valor la aportación valiosa como colaborador con tutores y orientadores y su capacidad para resolver problemas. “Todo esto y más ha convertido al profesional de la educación social dentro de los centros educativos en un pilar que se ha hecho necesario. Ya no concebimos nuestro sistema educativo sin este profesional , si no existieran notaríamos su ausencia”, reafirma Javier Pérez.