(Lucía Vilches) Los aeropuertos están a rebosar de jóvenes que con lágrimas y resignación abrazan a sus padres, hermanos y otros familiares que les despiden. Vinieron para dar la bienvenida al nuevo año ¿A dónde van tantos jóvenes? Pues a muchos puntos de Europa y otros continentes, todos aquellos que han acogido a nuestros jóvenes para trabajar.
Apenas hace unos días vimos en el programa de televisión Españoles en el mundo a un joven de Arteixo que vive en un país de la antigua URSS. Se fue con tres o cuatro idiomas fluidos y una carrera acabada. Allí y en vista de la situación en España, desarrolló su actividad laboral, conoció una joven, se casó y cada vez espaciará más sus visitas a la familia de aquí.
La nueva generación de emigrantes, que una vez acomodados en otro país, se adaptan a un nuevo entorno social donde seguramente se enamorarán, se casarán y tendrán a sus hijos, los cuales estarán orgullosos de ser franceses, ingleses, alemanes, belgas, holandeses, rusos etc., vendrán de vacaciones para ver a los abuelos, como lo hacen con lágrimas en los ojos hoy nuestros jóvenes, obligados por el estado de cosas laboral imposible que se está viviendo.
Mientras tanto todo cambia en este país. Hace apenas unos días le pregunté a un joven de Camerún que me estaba contando lo bello que es su país y cómo viven en familia, sus costumbres, en fin, lo vi tan entusiasmado que le pregunté “¿A ti no te gustaría volver allí para vivir ya que aquí no tienes más que trabajos eventuales?” Me dijo que de ninguna manera, prefieren vivir aquí aunque sea en un piso patera que en África. Así que nuestros nuevos españolitos son africanos, chinos, ecuatorianos, filipinos, cubanos y mil razas más. Muchos han venido escapando del hambre y la guerra, otros engañados por las mafias que les vendieron el paraíso, el caso es que ya están aquí y han venido para quedarse como sea, con o sin trabajo. No están interesados en propiedades y cada vez hay más viviendas en alquiler más baratas. Los bancos acumulan pisos, los jóvenes no están interesados en comprar. Los que se han ido seguramente no volverán mientras tanto los que quedamos formamos parte de una generación caduca y envejecida.
De la crisis saldremos, seguro, pero aunque se dice que el fin justifica los medios yo no lo creo.
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