¡Cuánto tiempo hacía que no viajaba en tren! Son algo más de las cinco de la tarde y la vida me pilla por Catoira. ¡Y parece que no ha pasado nada!
He sabido que a Paco le ha dado un infarto. Me contaron que a Martita le han vuelto a cambiar el yeso y que tal vez la próxima vez le pongan un corsé. He visitado a un potencial cliente importante. Creo que vamos a conseguir una buena colaboración para un nuevo proyecto en el que aún queda prácticamente todo por hacer.
A primera hora hemos grabado algo para el digital. Pero antes he hecho las fiambreras para los niños. He mirado los correos y he arreglado por encima la casa y he bajado al perro. Después me he propuesto que nadie salga de casa sin desayunar... pues siempre hay quien te las quiere dar ... con queso y muchos besos.
Es lo bueno que siempre tiene un viaje en tren, aunque sea corto por el tiempo...
Ya estamos por Padrón. Esto me recuerda que tengo que llegar a tiempo para ir al super; mi marido no me coge el teléfono. Cuando llegue a mi destino por delante quedan unos presupuestos por preparar; un cliente por atender; un proveedor al que le tengo que contar... Y esta noche sí o sí no me voy a la cama sin planchar.
Alguien me preguntó el otro día: cuándo no trabajas o estás a la familia, ¿a qué te dedicas?
La verdad la pregunta me cogió un poco por sorpresa. Hace tiempo que he decidido que no me voy a preocupar, sino a ocuparme de las cosas.
Tal vez en las preposiciones esté la auténtica respuesta. No en el qué, sino en el para. No en el quién, sino en el por qué.
Ni siquiera son las cinco y media y tengo todo el tiempo por delante. Para el qué y para quién... porque tengo claro el por qué y el para qué.
Vamos, qué bien me está sentando este viaje en ten!!
P.D. Por cierto, desde aquí un abrazo a Paco, que se mejore, que en casa rezamos por él.