Una buena educación financiera es clave para ahorrar y una sociedad analfabeta en este sentido tiene un efecto perjudicial para sí misma y para la economía de un país.
La educación financiera debe comenzar en la familia y debe continuar en las escuelas, y debería seguir en la universidad, porque nos relacionamos con el dinero constantemente.
Consejos para las nuevas generaciones:
Ahorrar con una hucha. Es bueno que desde pequeños los niños aprendan a ahorrar, un buen regalo es una hucha. Se considera útil que desde pequeños se socialicen con conceptos y nomenclaturas financieras, y que hacia los 6 o 7 años empiecen a desarrollar hábitos.
Recompensar el esfuerzo. Aprender que detrás de un valor monetario hay un esfuerzo, es importante. Es bueno enseñarles a ahorrar remunerándolos con lo que puntualmente represente un esfuerzo para ellos. No se trata de dar dinero porque sí, han de aprender a valorarlo.
Contar dinero. Es importante enseñarles a contar el dinero de la hucha para que sepan el valor que tiene. El hecho de tener el dinero en metálico ayuda cuando son pequeños a entenderlo mejor y tomar consciencia del dinero.
Abrir una cuenta de ahorro. Cuando son algo más mayores, es bueno tener una cuenta de ahorro y que los jóvenes entiendan que detrás de este dinero hay un esfuerzo. Según datos de los boletines Pisa in Focus de 2017, en España los estudiantes que disponen de una cuenta bancaria tienen un mejor rendimiento en alfabetización financiera (con una puntuación de más de 20 puntos) que los estudiantes de estatus socioeconómico similar que no tienen una cuenta bancaria.
Hablar del valor temporal del dinero. Tienen que entender que a más largo plazo puede haber más rendimiento. A menudo las personas cuando ven que algún producto financiero pierde dinero, lo cancelan enseguida en lugar de esperar, aunque quizá sería lo mejor. Este aspecto es importante principalmente para las nuevas generaciones que están acostumbradas a la inmediatez.
Entender para qué sirven los ahorros. Si quieren algo especial es importante que hagan uso de ese dinero; es contraproducente comprarles todo lo que quieren porque entonces no dan ningún valor al dinero ni hacen ningún esfuerzo para obtenerlo, y, a la larga, de más mayores, esto les puede llevar al hábito de gastarse todo el dinero.
Hacerlos partícipes del hábito de ahorro en casa y en la escuela. La socialización primaria es importante para tener un buen ejemplo, y el entorno educativo y el hogar son buenos lugares. Es recomendable que los padres expliquen a los hijos cómo ahorran, del mismo modo que en la escuela puede haber una hucha donde puedan ahorrar y usen dinero de juguete.
Buscar maneras creativas para «ganar» dinero. En las escuelas, principalmente cuando se estudian matemáticas, es importante trabajar ejemplos en los que se sume o se gane dinero en lugar de perderlo.
Entender qué conlleva una mala gestión del dinero. Los padres deben ayudarlos a entender que un mal uso del dinero hace que no se tenga cuando se necesita. Una opción es tener un teléfono de prepago para que gestionen el uso del dinero a medida que consumen minutos sabiendo que les ha de durar un mes.
Ganarse la paga, no regalarla. Si se opta por dar un importe cada semana, este importe debe ser a cambio de algún esfuerzo, no es bueno que sea sin motivo. Es importante enseñarles a administrar ese dinero a lo largo de la semana, a ahorrar por si se necesita más adelante, y, en caso de que se les hayan acabado los ahorros, se les puede ofrecer un “préstamo familiar” que tengan que ir volviendo.
Elisabet Ruiz-Dotras, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.