Dicen que la Dislexia se mantiene oculta, pero se calcula que un 6% del alumnado español la padece. Durante mucho tiempo, la Dislexia se ha asociado erróneamente a niños con bajo nivel intelectual o vagos, pero “los niños y niñas disléxicos pueden ser y estudiar lo que ellos deseen, no es un problema ligado a la inteligencia. Simplemente tienen que enfrentarse a una mayor dificultad en algunos ámbitos como el de la lectura y escritura”, nos aclara la madre de un adolescente gallego con Dislexia.
Para entender este problema, la definición que hemos escogido es la que señala Asociación Galega de Dislexia. “La Dislexia es una dificultad congénita, hereditaria, con una base neurológica y que a menudo, forma parte de un problema de lenguaje más profundo. No puede ser explicada por deficiencias visuales o auditivas, por trastornos emocionales, por retraso mental, ni por situaciones educativas "anormales" (como ausencias prolongadas o repetidas a las clases, metodología de enseñanza inapropiada, cambios frecuentes de profesores o centros.... ”. AGADIX también señala que la dislexia no sólo afecta a los ámbitos de la lectoescritura, sino que también se traslada a la vida cotidiana. Desorientación espacial, dificultades para seguir instrucciones o problemas asociadas a la Discalculia son, entre otras, luchas a las que también se debe enfrentar las personas disléxicas.
El profesorado
El profesorado constituye una de las figuras claves en el entramado social que rodea a las personas con Dislexia. Por ello, es importante que estudien el problema para no generar alteraciones. Los jóvenes pueden sentirse ansiosos en el contexto de una materia debido a la dificultad que experimentan en clase. Esto puede somatizarse y generar alteraciones en la alimentación o el sueño, produciéndoles así ansiedad escolar.
“Cuando mi hijo tenía 9 años, comenzó a sufrir vómitos constantes durante la noche que se prolongaron durante un tiempo. Lo llevamos al neurólogo y le detectaron migraña ambiental. Gracias a la medicación y a no asistir a clase durante un tiempo, consiguió superarla. La familia decidió cambiar a su hijo de centro escolar “fue la mejor decisión que hemos tomado”.
Esta madre señala la importancia de entender el problema, ya que a veces la dificultad no es el problema en sí mismo, sino cómo lo estereotipa el entorno de la persona con Dislexia. “Fui a recoger las notas del niño, y su profesor me dijo <<ahora al menos ya no llora cuando le digo la calificación>>. Era la primera vez que me había comunicado esto y me quedé muy sorprendida” nos explica la madre que hemos entrevistado.
Dentro del entorno docente existe todavía un gran desconocimiento sobre lo que supone la Dislexia. Por ello, los alumnos con esta dificultad son víctimas de esta ignorancia hacia el problema. “A mi hijo le bajaban nota por no poner las tildes y esto le provocaba mucha frustración”. Estas actitudes generan una gran sensación de fracaso a las personas disléxicas, que necesitan una mayor flexibilidad en ciertos aspectos académicos.
No se trata de presionar ni de dar privilegios al niño o niña por encima del resto, se trata de premiar el esfuerzo al que se deben enfrentar día a día . “He tenido que enseñar a mi hijo a leer, escribir y a explotar sus aptitudes académicas. Muchas veces el centro educativo no le dio apoyo y tuve que enseñarle yo. Por suerte, tengo el conocimiento, el tiempo y los recursos para hacerlo; pero me preocupan los niños cuyos padres no pueden enfrentarse solos a esto”. Los centros educativos deben proporcionar al alumnado con necesidades educativas especiales una educación en consonancia a sus características, y para ello es imprescindible que los profesores se coordinen para no generar ningún problema entre el alumnado. “ Algunos profesores no sabían que mi hijo tenía Dislexia porque la orientadora no les informó”, nos cuenta esta madre.
Deberes para con la dislexia
“Facilitar la integración del alumnado en el grupo y fomentar su participación en las actividades del centro”, este es uno de los deberes del profesorado, según indica el Art. 81 del Decreto 374/1996. Todo docente debe fomentar el bienestar del alumnado, más aún cuando se trata de personas con necesidades educativas especiales. Aumentar su autoestima y hacerles sentir realizados es muy importante para que estas personas no decaigan y persistan en la mejorar su problema. Lo contrario, además resultar una gran falta de profesionalidad como docente, sería faltar a un principio ético profesional como es educar en igualdad.
Steven Spielberg, Beethoven, Mozart, Marlon Brando, Quentin Tarantino, Mozart, Beethoven…todos ellos son personas con Dislexia que consiguieron enfrentar sus dificultades y explotar al máximo sus aptitud. Hoy en día, existen muchos recursos y técnicas pedagógicas para ayudar a las personas disléxicas, sólo hace falta que vayan acompañados de un poco de pasión por ayudar y, sobre todo, pasión por enseñar, principio que tienen muy presente todos los buenos profesores.
Hoy en día existen asociaciones como Asociación Gallega de Dislexia (AGADIX), que informan, asesoran y conciencian sobre la relación entre este trastorno del aprendizaje y el fracaso escolar debido al desconocimiento del problema; imparten charlas entre el profesorado, promueven la investigación y sensibilizan a los poderes públicos. Además, la Inspección de Educación tiene el deber de atender a todos los padres del alumnado ante una situación de injusticia con su hijo o hija. Hay muchos medios para ayudar a las personas y están a nuestro acceso.
A continuación, compartimos un vídeo de Playground que ayuda a conocer un poco más sobre la dislexia bajo el hashgag #LosDisléxicosMolamos.
Carmen Ozores y Ana Núñez- Comunicadoras Audiovisuales