Cuando llegó el diagnóstico, eplasia medular, se empezó a gestar sin saberlo aún el Camino de Santiago.
David Calviño cuenta cómo nunca había tenido una motivación suficiente para hacer el Camino de Santiago. Pero llegó la enfermedad de su hijo y el diagnóstico: eplasia medular. "De repente su cuerpo dejó de fabricar plaquetas y hubo un momento en que nos pusimos en lo peor".
Pregunta: cómo se encaja una noticia así...
David Calviño: Es durísimo, es algo durísimo... además coincidió un poquito antes de Navidad y ya en casa veníamos arrastrando la adolescencia complicada de mi hija... todo se vino abajo.
Mi hijo estuvo en el hospital varios meses seguidos, al final ves la luz pero al principio no dejas de preguntarte: por qué tiene esto, qué pasó, por qué no genera plaquetas, dónde está el problema... Tampoco los médicos lo sabían: es un problema genético, algo causado por un producto químico .... Yo qué se, no se sabe.
Hubo momentos muy dramáticos: así, sin más, perdía la visión; sangraba por la nariz sin parar... Estamos hablando de la médula, del alma del cuerpo.
Pregunta: Como padre, ¿cómo procesas la situación?
David Calviño: El ser humano es inteligente y resiliente y te llenas de fe; te pones en manos de los médicos que se ocupan y preocupan de tu hijo (entonces tenía 15 años, ahora tiene 20); vas confiando cada día, el hematólogo se convierte en un dios para tí; las enfermeras están ahí a diario. Al final tienes que vivir, a todo se acostumbra uno, confías, tienes fe, lo vas llevando aunque a veces te viene el bajón. Pero tienes que ser fuerte, lo llevas porque no queda otra, lo que no puedes hacer es hundirte, más cuando tu hijo necesita que estés fuerte.
Pregunta: Y tú hijo, cómo crees que lo vivió
David Calviño: Mi hijo aprendió tanto de la vida...!, se hizo exigente consigo mismo y con los demás pero siendo a la vez generoso. Por lo que hablamos después, él sí pensó que se iba, que no iba a salir de aquella... La quimio fue terrible, tampoco se encontró médula y se optó por células madres que yo aporté. Poco a poco se fue curando y al final está aquí con una perspectiva de futuro muy interesante.
Preugnta: ¿todo el proceso cambió vuestra relación?
David Calviño: sí, él me demostró que es muy sensato, a partir de la enfermedad vi a un niño adulto, que sabe enfrentarse a los problemas, disfruta de la vida, todo tiene su jugo, nunca se queda en la superficie... la verdad es que lo admiro.
Pregunta: cuales fueron los mayores miedos: la muerte, el sufrimiento...
David Calviño: La discapacidad física, que tuviera que luchar en desigualdad de condiciones en el mundo. El miedo más grande es primero que se muera; después todo lo que conlleva tener una vida limitada. Es tu hijo y quieres que tenga todas las facultades. Si no las tiene, le ayudas, pero cuesta traer un hijo sano al mundo y que por el camino tenga problemas.
Pregunta: cómo surge la idea del Camino
David Calviño: me faltaba la excusa para hacer el Camino, se lo comenté a Eduardo estando en el hospital y me dijo que sí. Cuando salió se lo volví a proponer y me contestó: "Ya estás tardando, papá". Lo planificamos juntos y así fue: lo empezamos un día 11 de agosto.
Pregunta: cómo fue la experencia
David Calviño: Lo sufrí mucho, hasta medio año después no fui capaz de sentir su trascendencia. Lo sufrí tanto tanto.... llovió, llevaba un calzado no apropiado... No di la vuelta por orgullo, porque había un propósito.
Pergunta: después de la enfermedad, como padre, cuándo encontraste la paz
David Calviño: después de la transfusión, de ponerle las células madre, después del Camino, cuando vamos de revisión en revisión... porque lo veo poderoso, fuerte...
David Calviño se detiene y explica: Cuando le detectaron la enfermedad fue curioso: se levantó una mañana y tenía en la lengua un punto negro. Mi mujer se empeñó en ir al Centro Salud donde vieron que no le coagulaba bien la sangre. Nos mandaron al CHUAC y él protestaba porque había quedado con los amigos... Llegó la doctora y le dice, Eduardo, te vas a tener que quedar. Ahí fue donde tomé conciencia de la realidad. Ese año fueron unas navidades dramáticas, ese fin de año yo lloré como un niño porque echaba de menos a mi hijo".
Pregunta: ¿y el resto de la familia, cómo se sentía?
David Calviño: a mi mujer hay que ponerle un monumento. Siempre me tuve por un tío fuerte, pero me dio un jamacuco en el estómago que estuve más para allá que para aquí. Sin embargo ahí estaba ella, al pie del cañón, para cuidarnos a todos.
Pregunta: cómo crees que tu hijo contaría esta historia...
David Calviño: Creo que él no habla de este tema salvo en familia; y cuando lo hace siempre se acuerda de lo bueno, de lo bien que lo trataron, de las cosas simpáticas.
Pregunta: ¿Le dirías algo a quien tuviera que vivir una experiencia similar a la tuya?
David Calviño: Nada de lo que digas sirve; solo le diría "te acompaño si tú lo quieres"; no hay consuelo, ni palabras bonitas, sólo hay un miedo terrible...