Cuando algo anda mal en la sociedad podrás apreciarlo en todo a tu alrededor, sólo tienes que abrir los ojos. Y lo primero que se reflejará en el camino será el arte.
En mi opinión, el cine refleja mejor el estado de la sociedad y sus problemas en los momentos de crisis más severas. Y lo que para ti parece ficción se convierte en una especie de documental. Al ver "Batman", no solo podrás ver una trama de fantasía escapista, también verás una sociedad extremadamente corrupta, la lucha de políticos corruptos y problemas con la agenda ambiental. ¿Has oído hablar de eso?
“Tiburón” de Steven Spielberg te mostrará el descontento de la gente con el gobierno, que ignora los problemas reales para sacar beneficio a pequeña escala en un pueblo veraniego, quien sabe si no tendrían también esos habitantes problemas con el precio del alquiler.
La creación del cine de explotación como género coincide con el inicio de la plena capitalización y globalización de la cultura de consumo. Las películas de propaganda de la Segunda Guerra Mundial de cada uno de los países participantes te mostrarán historias de lucha completamente diferentes, y las nuevas películas de Netflix hablan por sí solas. El cine refleja el estado de la sociedad mejor que un reportaje periodístico. Y todo porque se basa en la experiencia humana y en el concepto de lo que es la historia y cómo puede predecir su ciclicidad real. Pregúntale a Ingmar Bergman qué es la vida y no te dará una respuesta específica. Mira sus películas y verás claramente lo que él considera la vida.
A pesar de todas las controversias, el cine es una forma de arte especial porque, aunque se basa en una historia relativamente objetiva de hechos, la verdad cinematográfica es subjetiva y es capaz de reflejar la realidad a través del filtro de los sentimientos. El cine es un mundo que miramos a través de prismas coloridos con diferentes nombres. Vivimos en un mundo de personas cuyas perspectivas son extremadamente diferentes y, sin embargo, tenemos la oportunidad de mirar dentro de esos mundos.
Fue el cine durante mi infancia lo que me ayudó a socializar. Pasé mi infancia en los brazos de las cintas de casete, viendo mi pequeña colección dos, a veces tres veces al día, recreando cada línea de diálogo y escena que no tuve la suerte de ver en la vida real. Siempre me han vuelto loca las películas. Juego a predecir el final de la película después de ver los primeros 20 minutos en una suerte de apuesta con mi subconsciente. El cine es lo único que calma mi ansiedad. Lo veo cuando estoy feliz y especialmente cuando estoy desesperadamente infeliz. Esto es lo único que me da fe de que una persona puede crear un mundo que otros verán a través de sus ojos. Esto es lo que determinó mi futuro. Si el mito de que nuestro cerebro no puede distinguir la experiencia real de la imaginaria es cierto, entonces puedo presumir de una experiencia riquísima, críada a base de palomitas de maíz con acceso al aire libre.
Después de la llegada de la guerra, muchos ucranianos interpretan cosas que antes eran inocentes de manera diferente. Fuegos artificiales, truenos, destellos de luz, sangre, todo eso nos acompaña a todas partes y espera una oportunidad para recordárnoslo en la vida cotidiana con un silencio estridente y devastador.
En este caso, todo, incluido el arte, se percibe de forma diferente. El cine no es una excepción. Yo, una persona que ve películas de terror con mi padre desde los 4 años, ya no soy capaz. Cuando era niña, las películas sirvieron como mi primera guía hacia la vida real. Y como mi guía, no sólo conoce los caminos que elijo, sino también los caminos que evito: mis miedos.
Ahora, cada una de las escenas me pone en un estado de terror y ataque de pánico. Es más que sólo el miedo a volver a ver cuerpos mutilados o sangre. Este miedo es un proceso que ha cambiado la percepción del protagonista y del antagonista. Por eso las historias de terror nos asustan, transmitiendo desesperanza en una situación en la que la víctima sigue siendo víctima, frente a una fuerza descontrolada del mal que destruye todo lo que apreciamos.
Éste es el temor a la victoria sin obstáculos del mal.
Y ahora quiero contarles una historia.
A principios del siglo XX, uno de los géneros más populares en la naciente industria cinematográfica era el expresionismo alemán. Este es el género del que se originaron los géneros de terror modernos que conocemos. Ellos crearon las primeras teorías visuales del terror, utilizadas por Murnau, Hitchcock e incluso Eggers, con las que crecimos y que conocemos hasta hoy. El expresionismo alemán fue muy popular entre el público que buscaba nuevas formas de expresar el arte. Adivina en qué momento desapareció de un día para otro el interés del público por este género. Sí, después del comienzo de la Primera Guerra Mundial. Todos los horrores de la guerra superaron los horrores del cine. Los espectadores ya no iban a las salas de cine a ver algo que les helara la sangre. Ya no era necesario, se podía comprobar mirando por la ventana. El terror nos da una sensación de control y seguridad, por paradójico que pueda parecer. Esta es una oportunidad controlada para obtener una dosis de adrenalina. El espectador entiende que esto es sólo una película y que terminará pronto. ¿Qué no se puede decir de las historias de terror en la vida real? La sensación de seguridad aquí no da ninguna sensación de control sobre la situación, o viceversa. Después de adquirir experiencia viendo películas de terror, todos los giros posibles dejan de ser ficticios. Todo deja de ser imposible e irreal. Porque en algún lugar en otro rincón de la tierra o justo debajo de tus narices se está convirtiendo en una realidad.
En el momento en que entendemos el realismo y la crueldad de la película, ya no la vemos como un motivo normal para pasar una tarde viendo “algo”.
Entiendes que los muertos reales parecen mucho más aterradores, que el horror en los rostros de las personas es más aterrador que los cuerpos mutilados, que nadie vendrá a salvar al "personaje principal" en el último minuto. Cuando sabes que la muerte está cerca, no esperas un giro en la trama. Piensas que quizá Dios te ha abandonado.
El cine es pasado, presente y futuro. Se encontrará en el futuro con este presente que ya será pasado. Será encantador, será esperanzador, será feo, será lo que podríamos llamar ficcion. Pero ¿cuántas coincidencias determinan que un mundo inventado al azar es el reflejo de la realidad?