... El caso es que las niñas ahora no viven con su abuela que ya no está; viven en casa de la vecina, que era muy amiga de su abuela y cuando su tía viene el fin de semana van con ella a tomar hamburguesas, al cine, a por chuches…
La maldita cirrosis también tiene sus cosas buenas.
Julia dice que su madre la ataba a la silla cuando era pequeña.
Su abuela no quiere ni oír hablar de eso. Como Julia tiene 16 aprovecha para fastidiar a su abuela.
Julia grita mucho a su abuela y le dice que no la trate como a una cría. Que ella lo sabe todo (otra vez a vueltas con el todo).
Julia dice que un día se va a ir para siempre a casa de su hermana mayor.
Julia tiene siete hermanos, dice que cada uno por ahí.
Julia vive con su abuela; en casa de su hermana mayor viven el segundo y la pequeña; los demás están con las monjas.
Julia dice que las monjas se hacen fantasmas por las noches, que te abren la cabeza y te dicen todas las cosas malas que te quiere decir tu mamá pero como no está, no te puede decir.
¡Menos mal que no vivo con las monjas!
Yo creo que no tengo hermanos.
Se lo voy a preguntar a la abuela porque un día una señora le dijo en la tienda que había visto a mamá con un carrito de bebé.
La abuela dijo que prefería no saberlo.
Otra de las señoras que no sé muy bien quién es a veces viene por casa de la abuela.
Nunca quiere tomar café.
Pobre abuela, siempre compra gallegas de las ricas, de las que sólo tomamos si hay una fiesta muy especial. Después se pasa el día murmurando que podía haber hecho caldo para toda la semana…
Yo no puedo comer galletas. Cuando nací tuve un problema.
Julia dice que mi madre se metía. Mi abuela no me deja hablar de esas cosas.
Un día la abuela me contó que mamá estuvo muy malita. Todos intentaron ayudarla pero mamá no se dejó ayudar. Prefirió irse de viaje una temporada hasta que un día (yo ya iba al cole) llamó al timbre a la hora de comer.
Yo sé que esto no le gustó nada a la abuela. Además no quería líos con las señoras del Laberinto que le tienen que dar permiso.
Por otro lado sí le gustó un poquito, lo sé porque cuando se volvió a marchar mamá ella cogió sus fotos de cuando era pequeña.
Ese día me supo a gritos y me olió a cansancio.
Otra niña tuvo peor suerte porque su mamá le obligaba a meterse en la cama algunas noches; ella no quería porque había una sombra que le daba susto.
Un día dice que la sombra la agarró por los pelos y la arrastró hasta el cuarto de baño. Estuvo allí encerrada hasta que la sombra se marchó.
Julia dice que hay un cotilleo nuevo en el Laberinto.
A unas niñas que no conozco se las llevaron a casa de su otra abuela.
Han metido a su mamá en la cárcel y va a estar mucho tiempo.
Dicen que no pueden quedarse con su abuela de siempre y que tienen que ir con la abuela nueva porque una de las señoras que viene al Laberinto cree que no sabe cuidarlas porque es muy mayor.
A mí si no me dejan vivir con mi abuela me pondría muy triste. Me escaparía con ella para que no nos encontraran nunca jamás.
Julia dice que yo no mando nada.
Como una señora te quiera hacer la vida imposible, lo consigue. Ellas siempre ganan. Está escrito en el manual del Laberinto.
Esto creo que sí es verdad. Un día se lo pregunté a la abuela y sólo dijo, ayyyy esta Julia...
Ayer por la noche lloré mucho.
Escuché a la abuela hablar por teléfono con mamá.
Las señoras quieren que mamá y yo estemos más tiempo juntas.
Me va a venir a buscar para ir de paseo y yo no quiero.
Cuando estoy con mamá ella quiere que yo esté contenta todo el tiempo y yo no puedo.
Dice que se pone guapa para mí y no para de decirme que nos vamos a ir de vacaciones las dos solas.
Yo no quiero volver a salir con mamá. A mí me gusta estar con la abuela.
La abuela se lo dice a la señora del Laberinto pero la señora insiste en que tengo que ir. Que es bueno para mí y para mi mamá.
Hoy mamá vuelve otra vez y me apetece un poquito más. La abuela me ha comprado un vestido nuevo y lo voy a estrenar.
Hoy me pongo yo guapa para mamá.
La abuela y yo esperamos y esperamos hasta que nos cansamos de esperar.
Seguro que mamá perdió el teléfono y no nos pudo llamar.
Julia dice que las madres son unas mentirosas, que al final siempre te dejan tirada. Por eso ella quiere irse cuando cumpla los 18. Dice que así nadie la va “a joder” más.
La madrina de otra niña le contó a mi abuela que la Policía tiró la puerta para llevarse a su nieta que vivía con la madre de su madre.
Cuando entraron se encontraron muchas botellas por el suelo, por las mesas, en el baño…
Julia dice que esa abuela es una borracha, que lo sabe porque su abuela se lo contó a las señoras que pasan por el Laberinto pues es su vecina y monta mucho lío.
Dice Julia que las señoras dijeron que no pasaba nada, que está todo controlado.
Julia lo llama la suerte de los invisibles.
Si tienes suerte no sales en las noticias.
Y si no tienes suerte te haces famosa para siempre.
Julia dice que hacerse famosa de esta manera tiene un precio muy alto porque a lo mejor ya no vives para contarlo.
La abuela de Julia tiene otra hija que tiene un problema en la cabeza.
Julia dice que está pirada y que sus hijos van a salir iguales si siguen viviendo en esa casa.
Está todo patas para arriba y ahí nadie limpia, ni cocina, ni se baña, ni nada de nada. Sólo se comen bollos y chocolate.
Su prima le contó que cuando eran pequeños tomaban huevo con una bebida marrón que siempre había en casa.
Les daba sueño y calorcito y así no pasan tanta hambre.
Mi abuela está preocupada.
La abuela de Julia dice que tiene miedo de los servicios sociales. Porque le pueden quitar a todos sus nietos si saben que no llega a final de mes.
Mi abuela le dice que lo diga, que no va a pasar nada. Pero la abuela de Julia también tiene vergüenza.
Julia dice que su abuela antes pedía, pero que dejó de hacerlo cuando llevaron a su otra hija a la cárcel.
Antes vivían allí los niños pero ahora a los niños no les dejan vivir allí y se los llevaron muy lejos.
Casi nadie puede ir a verlos porque están lejos y porque cuesta mucho dinero el viaje.
Julia me contó algo que pasó en el Laberinto el otro día.
La abuela y la mamá de una niña han cogido a una abogada porque una señora se equivocó y metió a una niña en el Laberinto.
Yo no entiendo nada.
Y a Julia no le pregunto que se enfada.
A la abuela tampoco que no me deja hablar de estas cosas.
A las señoras del laberinto tampoco: a unas las veo muy poco y a otras ya no las volví a ver.
Me acuerdo de una Señora del Laberinto que me gustaba. Se sentaba siempre a mi lado, porque las otras se sientan enfrente de mí.
Cuando estaba a mi lado me gustaba porque olía muy bien. Y su voz era suave y me ponía tranquila.
Un día no vino más. Estas son cosas que pasan en el Laberinto.
Julia estos días está triste. No quiere salir con su amiga.
Oí cómo le contaba que está harta, que no sabe por qué le pasa todo lo que le pasa. Dice que ojalá hubiera nacido en otra familia.
Oí que su amiga le contó que otra amiga se quedó embarazada y como no tiene todavía los 18 a su abuela casi le da un chungo.
Cuando se enteren las señoras del Laberinto a ver qué pasa…
Julia dice que ella nunca va a tener hijos.
Julia dice que para qué.
Mañana es el día de la Madre.
No me gusta nada ese día porque es muy largo.
En el cole llevamos toda la semana preparando un regalo. Y me fastidia perder así el tiempo porque yo no tengo a mi mamá para llevarle lo que estamos haciendo.
Si se lo doy a mi abuela no es justo. Porque ella es mi abuela y no mi madre.
Y a lo mejor si se lo doy y se entera mi madre se pone triste y se enfada y vuelta otra vez a tener lío: “lo que tú has querido siempre es quitarme a mi niña…”.
Julia dice que las abuelas no quitan a las nietas.
Julia dice que son las madres las que abandonan a las hijas porque así pueden salir por la noche, ir de discoteca y ligarse al de turno.
Julia dice que las abuelas no deberían existir porque así las madres harían de madres...
Del libro "El laberinto de Olivia y Julia" Leer anterior AQUÍ